El partido de la muerte, cuando la vida está en juego

El partido de la muerte, cuando la vida está en juego
El partido de la muerte se celebró el 9 de agosto de 1942 en Kiev.

El 9 de agosto de 1942 pasará a la historia por jugarse uno de los partidos más trascendentales que se ha jugado nunca sobre un tapete verde. En juego no había una final de un Mundial o de una Olimpiada, sino algo más importante, la vida. Y es que ese día se jugó el «famoso partido de la muerte».

Ocurrió en Kiev. La invasión del ejército alemán era un hecho en la capital ucraniana, por aquel entonces perteneciente a la URSS. A pesar del descontento ucraniano con el régimen soviético de Stalin (que provocó el genocidio ucraniano de más de 7.000.000 de personas), la ciudad de Kiev era victima de una brutal represión del ejercito nazi, en el camino de estos por intentar llegar a Moscú.




Desolada la ciudad y desmontado el fútbol y el gran equipo de la ciudad, el Dinamo de Kiev, varios de sus jugadores fueron llamados a luchar al frente, mientras otros intentaban ganarse la vida como buenamente podían.

Uno de ellos, el portero, Mykola Trusevych fue contratado como barrendero de la panaderia estatal número 3 de la ciudad, regentada por un fanático del Dinamo, Losif Kordik, que totalmente sorprendido de ver a Trusevych mendigando por las calles decidió darle la oportunidad. Juntos decidieron formar un equipo de fútbol para la panadería que se llamaría FC Start y que competiría en las ligas locales que organizaban de forma amistosa los nazis para ganarse el beneplácito de los ciudadanos. El equipo formado por amigos y compañeros de Trusevych contaba con hasta 8 ex jugadores del Dinamo de Kiev.

El éxito del equipo no se hizo esperar y en los primeros partidos jugados contra soldados húngaros, rumanos o empleados de ferrocarriles demostró todo su talento con amplias goleadas. El auge del equipo fue en aumento, cosa que aprovecharon los alemanes para desafiarles en un partido amistoso, que supuestamente serviría para aplacar los ánimos del FC Start y de paso evitar posibles contagios de revueltas a los ciudadanos ucranianos.

De esta forma, el 6 de agosto de 1942 se organizó el partido entre los pilotos de la Luftwaffe alemana y el FC Start, que acabaría de forma inesperada para los germanos con un 5-1 adverso. El resultado fue lógicamente mal acogido por el ejército nazi, que rápidamente pidió revancha para disputar de nuevo el encuentro tres días después.

 Eso sí, esta vez con condiciones diferentes. Los nazis no querían nuevos quebraderos de cabeza y decidieron asegurar la victoria de cualquier forma. Para ello, reclutaron a los mejores jugadores alemanes, pusieron un árbitro miembro de las SS, y decidieron realizar antes del comienzo del partido una visita a los vestuarios del FC Start para indicarles qué hacer y las consecuencias de su hipotética victoria.

Además, el estadio fue tomado por las SS para controlar la euforia del público. Los equipos saltaron al terreno de juego e hicieron los correspondientes saludos: los alemanes brazo en alto al grito de Heil Hitler y los ucranianos gritando Larga vida al deporte.

 Por si no había habido suficiente parafernalia, el encuentro fue llevado por los derroteros más duros posibles: estirones de camisetas, patadas al pecho y cuello en lugar del balón, o zancadillas fueron los gestos más «amables» de los nazis.

 Sin embargo, como tres días antes, nada fue suficiente para impedir la derrota alemana por 5-3 para alegría del público ucraniano, que además vio como Klimenko se permitía el lujo de vacilar en los últimos instantes del partido a los alemanes, al regatearse a varios defensas y al portero y en vez de tirar a portería vacía hacerlo al centro del campo (aquí surge la pregunta de si era necesario semejante osadía).

Como no podía ser de otra forma, las consecuencias no se hicieron esperar. A los pocos días del partido, los jugadores fueron detenidos por la Gestapo y llevados al cuartel de la policía secreta de Korolenko Street, donde fueron interrogados y torturados. Después los deportaron al campo de exterminio de Babi Yar. En este punto hay varias versiones pero todas coinciden en asegurar que tres jugadores fueron ejecutados: Nikolai Trusevich (portero y capitán del equipo), Alexei Klimenko (el jugador que poco antes de terminar el partido y a puerta vacía se giró 180º y disparó hacia el centro del campo) e Ivan Kuzmenko.

Para conmemorar aquel fatídico partido, en 1971, se erigió un monumento escultórico en el estadio Zenit de Kiev en memoria de aquellos héroes. Además, todavía hoy, los poseedores de una entrada de aquel partido entran gratis al estadio. El cine también ha realizado varias incursiones en una historia cuanto menos apasionante.

Julio Muñoz

Periodista, especialista en fútbol internacional y retro. Escribo en Colgadosporelfutbol.com y me puedes seguir en @juliomv1982

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