La invasión interminable del fútbol mexicano

Las cifras asustan, indignan y preocupan: 142 jugadores no nacidos en México pueden tener participación en el recién iniciado torneo Clausura 2016. Una nueva forma de “conquista” que ya ha puesto en estado de alerta a los entrenadores de las 2 principales Selecciones Nacionales varoniles, quienes se han quejado de que la presencia de tantos foráneos en nuestro país obstaculizarán el proceso de desarrollo, aparición y consolidación de jóvenes valores locales.

Pero a los directivos esto parece no importarles en lo más mínimo. Escudándose en la frase de que “lo que es legal, no es trampa”, se han mostrado permisivos en demasía con las facilidades dadas a los futbolistas extranjeros para que en menos que canta un gallo ya estén con los documentos de naturalización en la mano, facilitando su alineación con los clubes.

Por ello, la posibilidad de que a corto plazo algún equipo mexicano pueda comenzar un partido con 11 elementos forasteros, no parece muy lejana. “No hay nada ilegal en alinear a 11 jugadores no nacidos en México, y si eso ocurre será decisión de cada club”, ha declarado el mismísimo presidente de la Liga MX, Decio de María, en lo que podría interpretarse como un absurdo toque de trompetas para que cualquier escuadra se anime a hacerlo.

Hasta hace año y medio, disputar 10 torneos (5 años) de forma ininterrumpida en las ligas locales (tomando en cuenta el Ascenso MX), le daba derecho a un futbolista foráneo a tramitar su naturalización como mexicano, para dejar de ocupar plaza de extranjero. Al eliminarse dicho “candado”, ahora cualquier jugador de fuera que sea contratado en nuestro país puede gestionar su nacionalización de inmediato.

El colombiano Juan Carlos Osorio, estratega del Tri mayor, y Raúl Gutiérrez, de la Selección Sub-20, coinciden en que los futbolistas extranjeros en el torneo azteca “son demasiados” y terminarán siendo perjudiciales para el balompié nacional, por lo que el tema debe “regularse”.

El crecimiento exponencial de las cifras de naturalizados en apenas 3 años, son como para infartar: en el torneo Apertura 2012 solo había 10 jugadores nacionalizados en la Liga MX, mientras que para el recién comenzado Clausura 2016 serán… 60. Aparte, otra treta usada por los directivos es  contratar a futbolistas nacidos en Estados Unidos pero de padres mexicanos, que para efectos reglamentarios son considerados como aztecas también, y son 19 deportistas más que forman parte de esta interminable invasión.

Lo que en mi opinión es lo peor de este asunto, es que la gran mayoría de esos foráneos no son ni con mucho la octava maravilla futbolera como para merecer tantas ventajas para alinear, bloqueando los espacios a los talentos locales, y por lo tanto tampoco son un ejemplo ni dejan una enseñanza a estos.

Si nos remitimos a los criterios más comunes para evaluar rendimientos, el 70% de los extranjeros ya debió haberse ido del país, o permanecer aquí… pero con una orden de aprehensión girada en su contra por estafa, pues no producen nada sobresaliente y buena parte de ellos se mantienen únicamente por el capricho directivo de “cuidar la inversión”, es decir, de casi obligar a los directores técnicos a ponerlos en el “11” inicial para que la mercancía esté a la vista y no se devalúe pronto y en demasía.

Algo tiene que hacerse ya en México, porque aunque se hable de globalización y se pretenda justificar tamaña insensatez, es posible visualizar que en no más de 5 años habrá una crisis en las Selecciones Nacionales, pues no existirá materia prima con la suficiente experiencia como para afrontar compromisos internacionales. Los juveniles locales viven esperando una oportunidad ya no digamos de consagrarse, sino siquiera de debutar, y apenas pueden aparecer unos minutos por lesión de los titulares, si bien les va.

Mientras tanto, elementos como Rubens Sambueza, Osvaldo Martínez, Michael Arroyo, Miguel Samudio, Paolo Goltz, Damián Alvarez, Emmanuel Loeschbor, Dante López, Yerson Candelo, Ariel Rojas, Christian Giménez, Joao Rojas, Lucas Lobos, Eisner Loboa, Neri Cardozo, Hernán Darío Burbano, Danilo Verón, Mauro Cejas, Martín Bravo o Darío Botinelli, entre muchos otros, continúan ocupando inmerecidamente un sitio de privilegio (y cobrando salarios de estrella), cuando sus números –no hace falta más que consultar estadísticas individuales en cualquier página respetable de internet para comprobarlo– son pobres y mediocres, torneo tras torneo, y confirman que una vez asegurado el contrato, la mayoría se acuesta en la hamaca para ver pasar el tiempo… y el balón.

Javier A. Gordillo Pérez

Voraz lector, redactor apasionado, y hambriento seguidor del buen juego de balompié en cualquier latitud y época. Romántico del corazón y del balón, orgullosamente mexicano y colgado por el fútbol.
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