La vida en rayas rojiblancas

La vida en rayas rojiblancas
Chivas se proclamó campeón de la Liga MX en su torneo Clausura 2017. Foto: La Afición - Milenio

Once años y 11 directores técnicos después, las Chivas del Guadalajara, el equipo tradicional de México por salir a la cancha solamente con jugadores oriundos del país, lograron conseguir su título de Liga número 12.

Con ello, cumple con la racha que indica, desde hace cuatro décadas, que el cuadro rojiblanco se corona campeón en un lapso promedio de 10 años. Y es que lo consiguió en la temporada 1986-87, luego –ya en la modalidad de torneos cortos– en el Verano 1997, posteriormente en el Clausura 2006 y lo confirma en este recién concluido Clausura 2017.

Largas esperas que significaron amarguras, frustraciones y desconfianzas para su numerosa afición, que ya comenzaba a cuestionar fuertemente la administración de Jorge Vergara, que en 2002 compró al club y prometió hacerlo más grande, “con el mejor director técnico del mundo”.

Sin embargo, pasaron largos años en los que lo único que el empresario de suplementos alimenticios podía presumir desde su arribo en 2002 (cuando adquirió las partes sociales que le dieron el 87% de la propiedad del Club Deportivo Guadalajara) era un subcampeonato en 2004 y el cetro de 2006. De ahí en fuera, los fracasos y ridículos eran mayoría, hasta 2015, pues el neo-directivo trataba de robarse la atención mediática con declaraciones sonoras, retos incumplidos, desplegados burlones hacia sus rivales y… ceses indiscriminados de entrenadores, que así como entraban igual salían de las instalaciones de Verde Valle.

Y es que la lista es tan larga como absurda, pues además de que en ella hay personajes con trayectorias respetables en el medio futbolístico nacional e internacional, a algunos primero los despidió y luego nuevamente les ofreció, tiempo después, el timón de su equipo, al que más parecía ver como un juguete, como su capricho personal, antes que una institución deportiva.

Su tope fue cuando, a finales de 2012, dio por terminada la relación contractual con el holandés Johan Cruyff, cuya empresa, el Instituto Cruyff, desde el 23 de febrero anterior, asesoraba a las Chivas y tenía la misión de hacer un diagnóstico y guiar los trabajos en las fuerzas básicas. La idea inicial por ambas partes era un contrato por tres años, si bien el ex jugador y ex técnico del Barcelona pidió, al arribar a México, un plazo de 24 meses de “paciencia” para empezar a dar resultados.

La gran figura del Mundial Alemania ’74 tuvo sus encontronazos con Vergara; por ejemplo, al recomendar el cambio de pasto, de artificial a natural, en el flamante nuevo estadio del equipo (inaugurado en julio de 2010, a un costo de 200 millones de dólares), luego al declarar que los jugadores extranjeros pero nacionalizados mexicanos pudieran también jugar en Chivas, lo que supuso una afrenta a uno de los principios básicos del club; .y posteriormente por criticarlo abiertamente cuando el presidente se encaró con un aficionado que le reclamó el accionar del cuadro tapatío, durante un partido de liguilla del torneo Apertura 2012. “No es la imagen que queremos dar, es evidente, queremos dar una imagen de tranquilidad, una imagen de usar el cerebro…”, declaró Cruyff a la prensa poco después del penoso incidente.

Para colmo, los resultados deportivos no se dieron en ese difícil 2012: en sus nueve meses de asesoría (con solamente tres visitas a México), el Guadalajara terminó la Liga regular en la posición 15ª. en el Clausura y 8ª durante el Apertura. Es decir, la pretendida “revolución holandesa” no llegó a producirse en Verde Valle.

Ante la rescisión del contrato (de la que se enteró por un comunicado de prensa y vía correo electrónico), la respuesta del mítico “14” de la selección naranja no se hizo esperar, y fue contundente: “he tenido mucha gente muy simpática, muy buena (tras su experiencia en México). El problema de Chivas es su organización y su dueño, Jorge Vergara”, declaración que no difería mucho de lo que –aún ahora– considera la mayoría de la afición rojiblanca, quien señala al propietario y presidente como el principal cáncer de la institución.

Una vez lejos el ex crack holandés y su equipo de apoyo, Vergara esperó siete meses para soltar la primera de las muchas bombas que arrojaría respecto al tema: “la decisión por más bien intencionada, lo de (contratar como asesor a Johan) Cruyff fue fatal”, declaró en septiembre de 2013.

Eran tiempos de crisis, en los que el Guadalajara rozaba los últimos puestos de la tabla porcentual (que indica a quien desciende de división) y no eran pocos los que veían muy posible la humillación de perder la categoría. Las críticas hacia Vergara y su manejo de los rojiblancos eran el pan nuestro de cada día.

Así, a mediados de septiembre de 2015 llega el argentino Matías Almeyda como timonel, tras conseguir dos ascensos en su país: el del popular River Plate y el de Banfield. De inmediato, el “Pelado” –acompañado de su equipo de colaboradores– debió poner condiciones al dueño del club: cero intervencionismo en las cuestiones deportivas, cero declaraciones y escándalos.

En lo personal, eso intuyo que pasó, porque fue notorio el cambio de Vergara en relación a su comportamiento público durante los 13 años y 10 entrenadores anteriores. Y los resultados no se hicieron esperar, si bien para alcanzar los cuatro títulos que ahora presume (una Liga Mx, dos Copas Mx y una Supercopa) en este proceso de 20 meses, igual tuvo que desembolsar cantidades millonarias por jugadores como Alan Pulido, Rodolfo Pizarro, Orbelín Pineda, José Juan “Gallito” Vázquez, Isaac Brizuela y Carlos “Gullit” Peña, aunque este último representó un sonoro fracaso.

El propósito del propietario rojiblanco sigue siendo que el Guadalajara recupere su grandeza (como cuando dominó el futbol mexicano en los años 50 y 60 del siglo pasado), y para ello confía ciegamente en Almeyda, tanto en su trabajo como en su buen “ojo” para traer refuerzos. Y claro, en sus recursos económicos: no por nada Chivas tiene la plantilla más cara de México, con un valor actual de 42.6 millones de dólares.

Y es que Vergara sabe bien que a partir del penúltimo título liguero de su plantel, en 2006, tuvo que invertir 120.5 millones de dólares en 27 contrataciones, que en su mayoría no rindieron lo esperado. Por ello ya ha entendido, por fin, el sentido del mexicanísimo refrán que reza “zapatero, a tus zapatos”, y en adelante avalará que toda decisión de índole deportiva, incluyendo las fuerzas básicas (donde el llamado Chiverío acaba de coronarse en la categoría Sub-20), deba pasar por la órbita del “Pelado”. Éste, por su lado, comprende que –además de mantener “a raya” a su jefe– debe asumir un rol de manager, más allá de lo táctico, como lo hizo Alex Ferguson en el Manchester United durante 26 años.

Sin embargo, y aunado a la lucha que sostiene desde hace tiempo contra sus demonios internos (alcoholismo y crisis depresivas, lo que lo obliga a la ingesta de medicamentos psiquiátricos) Almeyda debe ubicarse y dejar de insinuar (casi amenazar) con que tiene ofertas de un equipo europeo, como buscando asustar a Vergara para cotizarse más y mejor, para enfocarse al 100% en el trabajo con las Chivas, con el único fin de forjar una dinastía futbolística que, irónicamente, cristalice los propósitos que tenía el difunto Cruyff al llegar al club en 2012: que el Guadalajara gane por lo menos un torneo de cuatro que dispute en un periodo de dos años.

Es decir, pintar el torneo mexicano a rayas… rojiblancas.

Javier A. Gordillo Pérez

Voraz lector, redactor apasionado, y hambriento seguidor del buen juego de balompié en cualquier latitud y época. Romántico del corazón y del balón, orgullosamente mexicano y colgado por el fútbol.
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