Última actualización 14 marzo, 2018 por Alberto Llopis
El 30 de julio de 2013 será recordado como el día del adiós del mejor portero de la historia del Barcelona. Ese día, Antoni Ramallets a sus 89 años puso punto y final a una vida llena de emociones donde sobresalió su idilio con el Barcelona, el club de toda su vida y el artífice de que en tiempos actuales sea recordado como todo un mito de la portería ya no sólo blaugrana sino mundial.
Y es que Ramallets marcó un antes y un después en el cuadro catalán. Sería fácil tirar de estadística para definirlo, decir que fue el guardameta de las cinco Copas, las seis Ligas y las dos Copas Ferias que los azulgranas lograron a mitad de siglo XX. Incluso, sería aún más fácil decir que fue el Zamora de la Liga en cinco veces (sin embargo oficialmente sólo le entregaron dos galardones pues hasta el año 58 no se instauró). Sin embargo, igual de fácil sería de impreciso. Ramallets representaba otra cosa. El hombre de barrio (Gracia) que llega a cumplir su sueño, el portero rápido, ágil y seguro que consigue llenar de confianza a no sólo una defensa, sino también a una grada acostumbrada a los vaivenes en los tres palos.
Por supuesto, tales méritos le hicieron ser internacional durante 35 encuentros y jugar un Mundial. Su Mundial, el de Brasil 50, en el que sus intervenciones no pasaron desapercibidas para nadie al punto de acuñarle el ápodo del «Gato de Maracaná» por sus felinas actuaciones bajo los palos que valieron comparaciones con Zamora: «“Hoy en el primer tiempo ha estado colosal. Me ha hecho pensar que había resucitado Zamora, a los 30 años justos de la gesta de Amberes” decían las crónicas de la época.
Arquero de la famosa final de Berna, es precisamente la derrota contra el Benfica de Eusebio su peor recuerdo, no sólo por quedarse con la miel en los labios, sino por tal vez haber disputado su peor partido en mucho tiempo en el peor escenario posible, algo que ni mucho menos tiene que empañar una más que brillante carrera.
Debutante en el Europa al que siguió el San Fernando (por aquello del servicio militar), el Valladolid y el Mallorca, sus quince años en el Barcelona lo convierten junto a Víctor Valdés y Andoni Zubizarreta en el gran icono y referencia de la portería blaugrana que incluso llegó a hacer sus pinitos en el cine.
Un grande que tenía por costumbre vestir de negro. Negro que todos nos ponemos para despedirle por última vez.