Última actualización 27 septiembre, 2013 por Julio Muñoz
Llegó a Messi a los juzgados de Gavá a declarar por su presunta evasión de impuestos y se produjo el maremoto. Cientos de personas agolpadas a las afueras de los tribunales esperaban la llegada del astro para aclamarle y vitorearle. Al grito de Messi Messi, el jugador argentino se bajó del coche y como en su día hizo algún presidente autonómico, como en su día también lo hizo algún miembro de la Corona y otros tantos políticos, lo hizo con una sonrisa.
Lejos de ser una mala noticia ir a los tribunales la llegada pareció la entrada a una fiesta, a un mero trámite donde todo iba a salir bien. Dedo pulgar en alto, unas palabras al público y más vitoreo. Para eso, era el protagonista de la fiesta como en su día lo fueron otros políticos y personajes importantes.
No es la primera vez que un futbolista acude a los tribunales, ni mucho menos será la última. Hace cinco años vimos a David Albelda llegar a ellos en pleno conflicto con su propia entidad por no jugar. Karin Benzema lo hizo por excederse de velocidad al conducir su vehículo a 216 kilómetros por hora en plena autovía de la M-40.
Ocurre en España, pero también en Italia, Europa en general y América. En todo el mundo, los futbolistas son personas y como tal erran a veces gravemente y otras levemente. El dinero suele ser mal consejero y fallar suele ser más fácil cuando de posibles está lleno el bolsillo. Sin embargo, no menos importante es decir que son personajes públicos de gran relevancia y que son muchos los niños que los admiran y los imitan. Por ello, ¿deben los clubes sancionar a los jugadores que incumplan la ley? ¿ Y si no lo clubes, sí al menos la LFP, la UEFA o incluso la FIFA?
Personalmente, pienso que sí. Es cierto que en otros trabajos no ocurre y que a un fontanero o cerrajero no lo van a inhabilitar de su trabajo por conducir más o menos rápido o por evadir o no impuestos. Pero el fútbol es especial. Si se quiere dar imagen de una sociedad cuerda y fuerte, no puede permitirse que los mejores futbolistas no sean sancionados por sus propios clubes o por las federaciones. Y mucho menos puede permitirse que llegue con risas. No está el horno para bollos.