Última actualización 5 abril, 2024 por Alberto Llopis
Le pasó a Francia en 2002, a Italia en 2010, incluso a la poderosa bicampeona Brasil en 1966. Es ley de vida, igual que la gente nace, crece se reproduce y muere, nada ni nadie es eterno y España (una de las mejores selecciones de siempre) tampoco es una excepción. Se podría decir que es hasta normal, que cuando el hambre se sacia se acaba todo.
Se podría hablar de cansancio, fragilidad mental, nervios, debilidad táctica, de jugadores mayores. Argumentos todos ellos ciertos y hasta válidos pero sería no reconocer lo que es el ciclo de la vida. Dicen que mientras más grande es un equipo más grande es su caída y la de España ha sido enorme.
Chile, como Holanda parecieron selecciones mucho mejores, infinitamente mejores. Cualquier jugador español lento, falto de técnica y de carácter. Ramos pareció un central lento y torpe. Casillas un portero inseguro. Xabi Alonso una fuente inagotable de perder balones. Busquets un acabado del fútbol. Diego Costa, un jugador sin gol, Azpilizcueta un lateral derecho muy lejos de la altura de Arbeloa. Se podría individualizar, pero sería un grave error. Son todos ellos buenos jugadores, excepcionales, magníficos.
El problema es que no se puede ganar eternamente, nadie lo hizo ni lo hará. El fútbol es un juego, y uno de los más fieles reflejos de la vida. Y en esta, todo el mundo acaba muriendo, perdiendo. Nadie se queda para vestir santos. Tampoco España ni su Santo. ¿Por qué? Simplemente, porque es ley de vida. Como todo.
Tocará ahora regenerar al equipo, cambiarle la cara y afrontar un relevo generacional necesario. ¿Quién se irá? No se sabe, empezando por el seleccionador. Villa apunta que no estará más. Tampoco Xavi, Xabi Alonso, o incluso el trío de porteros Casillas-Reina, Valdés. Será difícil volver a ver a Fernando Torres. Iniesta posiblemente ya no dispute ningún Mundial más. Es el precio del tiempo y el paso de los años.