Última actualización 6 abril, 2024 por Alberto Llopis
El equipo más mexicano de todos, uno de los 2 más populares del país, sigue inmerso en una espiral de irregulares resultados que lo tienen en zona de descenso y decepciona cada vez más a su nutrido grupo de seguidores. Esta cadena de mediocridad ya se ha alargado demasiado en los últimos años y lastima a una institución con semejante prosapia e historial.
Es casi seguro, sin embargo, que el Guadalajara no irá a las tinieblas de la Liga de Ascenso, simplemente porque existen los Dorados de Sinaloa, club que –como hace 10 años, aun con Pep Guardiola en sus filas– parece condenado a regresar al segundo circuito de competencia en nuestro país.
Pero eso no le quita a las Chivas la vergüenza de decepcionar a su amplia feligresía. El principal responsable de esta añeja crisis tiene nombre y apellido: Jorge Vergara. Este, como dueño y presidente, ha tenido una gestión de lo más rocambolesca, en la que se ha guiado para la toma de decisiones importantes por sus humores y estados de ánimo.
Y así le ha ido a la tradicional escuadra tapatía.
Desde octubre de 2002 (es decir, hace 13 años y medio), cuando con maniobras que hasta hoy se afirman que no fueron tan “claras” adquirió las partes sociales que le dieron la propiedad del club Guadalajara, Vergara ha sentado a 20 entrenadores en su banquillo, incluyendo a 5 de ellos en segundas etapas, más 2 interinos.
En este listado se está incluyendo al argentino Matías Almeyda, quien de seguir los resultados mediocres e irregulares bajo su mando y conociendo lo propenso que es Vergara Madrigal a “jalar del gatillo”, no sería raro verlo cesado antes de que concluya el presente torneo Clausura 2016.
Y es que después de un inicio alentador, en el que pareció cambiar la inercia rojiblanca, con el logro incluso del título de Copa en el Apertura 2015, el “Pelado” ha visto cómo su plantel se ha resquebrajado y –pese las millonarias contrataciones de 2 “perlas” del futbol nacional, Carlos Peña y Orbelin Pineda– la línea de productividad ha ido en alarmante descenso semana tras semana.
Como lo mencionamos en nuestro programa de radio-TV “Gol a Gol” en noviembre y diciembre pasados, cuando recomendamos a la fanaticada del llamado Chiverío que no se ilusionara en demasía con los resultados y el cetro copero (pues los antecedentes en el equipo indicaban que inmediatamente después de la llegada de un nuevo entrenador el rendimiento general tenía un repunte, para posteriormente comenzar un vertiginoso declive… hasta el nuevo cese, y la llegada de una “víctima” más), el panorama actual parece encaminarse por los rumbos de un “guillotinazo” con todas las de la ley.
El promedio de tiempo que un director técnico dura en las Chivas lo dice todo: 6 meses y una semana. Es decir, Almeyda, aún con todas las alabanzas que ha vertido el presidente sobre su trabajo táctico y mental a partir de su llegada, está en la “rayita”, si recordamos que fue presentado en tierras tapatías el 18 de septiembre del año pasado y si nos basamos en los antecedentes del “vergarato”.
Pero esta inestabilidad no es exclusiva del banquillo, ya que don Jorge también gusta de “rasurarse” a sus presidentes y directores deportivos, sobre quienes acostumbra cargar –velada o directamente–- las culpas de los malos resultados. Tampoco con sus directivos el empresario ha tenido “feeling” y el resultado inmediato ha sido una ensalada de estilos y metodologías de trabajo donde queda claro que la última y casi siempre arrogante y no acertada palabra la tiene el dueño del equipo.
En nada han contribuido al equilibrio deportivo los problemas extra fútbol vividos últimamente en la institución rojiblanca, como la tensa relación entre Jorge Vergara y su esposa Angélica Fuentes, con declaraciones explosivas e incluso demandas legales por parte de ambos, dejando en el aire la propiedad del club, así como el escándalo por el presunto acoso sexual de su entonces entrenador Ricardo La Volpe a la podóloga del equipo, otro tema que “brincó” hasta los tribunales.
La crisis en las Chivas ha llegado a tal grado que para muchas voces la solución inmediata para salir del laberinto de la mediocridad sería ocupar jugadores extranjeros naturalizados mexicanos, para traicionar solo “en parte” la tradición nacionalista del club. Miguel Ángel Ponce, el defensa nacido en Sacramento, California, con raíces mexicanas, es el más reciente caso de deslealtad a los principios que dan realce a la grandeza rojiblanca. Hace 4 décadas, un mexicano con descendencia alemana, Hans Peter Friessen, un delantero conocido como “El Guerito”, causó polémica cuando entre 1971 y 1974 defendió la playera.
Sin embargo, como muchos aficionados al futbol, creo que la solución es mucho más fácil y menos polémica: que Vergara Madrigal venda al Guadalajara. Y el empresario Carlos Slim Helú, uno de los más ricos del mundo, dicen que estaría dispuesto a poner una millonaria oferta en la mesa. Por lo pronto, la afición rojiblanca deberá seguir sufriendo y avergonzándose de su mediocre equipo.