Cuauhtémoc Blanco, el último héroe mexicano

Cuauhtémoc Blanco, el último héroe mexicano

Genial. Irreverente. Rebelde. Guerrero. Polémico. Aún no se ha retirado oficialmente del futbol, pero Cuauhtémoc Blanco ya tuvo un “adiós” simbólico del máximo escenario de este deporte en México, el estadio “Azteca”, el lugar donde ha vivido sus mejores glorias y gestas, hace 15 días. Y es que lo que sucedió ese sábado 24 de enero, durante el partido América-Puebla, fue histórico. Que 2 aficiones, independientemente de sus camisetas, se hayan unido para pedir, aclamar, aplaudir y agradecer a un jugador, en un partido oficial, solo sé que haya sucedido en una ocasión anterior en México.

Fue el 18 de septiembre de 1977, en el mismo escenario de este sábado 24 de enero de 2015, el estadio «Azteca», en un América-UNAM, juego elegido entonces por Enrique Borja para despedirse del futbol profesional. En aquella ocasión, también los seguidores de ambos clubes (que fueron los únicos para los que participó el «Cyrano del Gol») se unieron para homenajear al «9» americanista, si bien no se tienen registros de que los partidarios auriazules hayan festejado sus 2 anotaciones que -a su típico estilo- consiguió esa tarde en el primer tiempo.

El Azteca se rindió a su ídolo.
El Azteca se rindió a su ídolo.

Esta vez, el estadio casi se llenó y en buena parte ello ocurrió por la presencia de Cuauhtémoc Blanco Bravo. La afición aguilucha, sin convocatoria previa ni atraída por el interés de presenciar y participar en un homenaje oficial -por puro amor e idolatría, pues¬- decidió hacerle los honores al héroe de Tlatilco, sin dudas el último gran ídolo del equipo, aunque ahora llegara recién pasados los 42 años, con kilos de más, a punto del retiro deportivo y de ingresar a la política… y vistiendo otra playera.
Y el reconocimiento, informal, casual, espontáneo, terminó siendo veneración absoluta: mediado el segundo tiempo, más de la mitad del «Azteca», confundidas ambas hinchadas, pedían su ingreso a la cancha.

Es el minuto 74 y no importa el resultado, sino verlo en el pasto, en donde es capaz todavía de hacer florituras y desparramar talento, no en la banca. Dos minutos después, al 76, tras el «calentamiento», el Cuau toma la tarjeta de cambio y se dirige al cuarto árbitro para oficializar su ingreso al terreno de juego. Todas las miradas estaban sobre él, son miles los celulares y cámaras fotográficas que apuntaronn a su peculiar figura («Su cuerpo desafía al del atleta común: camina como un pato y carece de cuello. Pero el futbol es democrático en cuestiones físicas y Blanco anota goles con la joroba», escribió sobre él Juan Villoro en su libro «Dios es redondo»).

Y cuando por fin pisó el «rectángulo verde y mágico», la ovación es general y atronadora. Impresionante. Memorable. Fue entonces que pensé para mis adentros: «¿qué carajos va a pasar si en una de esas el Cuau mete un gol???»…Quizá hasta el más fervoroso americanista habría aplaudido, incluyéndome, aunque ese hecho hubiese podido traducirse en una nueva derrota en el torneo de Liga. Pero eso -afortunada pero lamentablemente- no pasó. Y aunque el Puebla llegó al Coloso de Santa Úrsula a sacar el empate, en pocos minutos el Temo hizo un par de filigranas que la tribuna (de ambos colores) le agradeció con aplausos y ovaciones: un «taquito» en media cancha para prolongar exitosamente un intento de ataque camotero y posteriormente, un regodeo muy futbolero, muy de él, sobre un jugador rival.

Al iniciar esa semana, los dirigentes poblanos propusieron públicamente a sus homólogos americanistas aprovechar la circunstancia del partido para organizar un acto conjunto de homenaje a Blanco. Ricardo Peláez y Yon De Luisa no acusaron recibo del mensaje. Porque hace años, en 2009, rebelde y contestatario, frontal y directo como siempre ha sido, Blanco criticó al segundo de ellos: “lo conozco desde hace mucho tiempo, sé la mala persona que es, cuando llegó (como directivo del América) se me hacía un gran tipo y ahora se lo digo de frente, es un individuo que está haciendo daño al jugador”.

Pero no hizo falta que los dirigentes, estos o cualquier otro, le entregaran una charola o una placa (de esas que el mismo Cuau dijo un día antes que «puedo comprar en el centro de la ciudad»). Porque el «Azteca» palpitó, vibró, habló, gritó, brincó, aplaudió, tal vez lloró…Todo fue improvisado, nadie podrá decir que «Televisa (la poderosa empresa televisiva dueña del América) lo organizó todo» y que quienes festejamos al último gran héroe de nuestro balompié, «somos títeres de la televisora». No faltarán los que afirmen tal estupidez.

Cuauthémoc Blanco es historia del América.
Cuauthémoc Blanco es historia del América.

Fue, sin dudas, la noche -inesperada y mágica- en que Cuauhtémoc Blanco Bravo, el jorobadito de Tlatilco, con sus virtudes y sus defectos, se subió al altar de los ídolos del futbol mexicano. “Cuauhtémoc Blanco representa los valores, acaso en extinción, de la picardía en la cancha. Durante (…) años ha sido el gran referente del fútbol nacional (…) Cuauhtémoc lleva el nombre del último emperador azteca, a quien Cortés quemó los pies para que revelara dónde estaba su tesoro. A sus 37 años, el rey viejo de nuestra Selección tiene pulmones para jugar 20 minutos y corre como si hubiera sufrido el calvario de su tocayo. Pero sabe dónde está el tesoro”, afirmó Villoro en 2010 en su genial obra futbolera.

Su formidable actuación con el América en la Copa Libertadores 1999-2000 lo catapultó a Europa, siendo contratado por el Real Valladolid, en calidad de préstamo para la temporada 2000-01. Su primer temporada se vio afectada por los 8 meses que estuvo inactivo por una lesión provocada por el jugador trinitario Ancil Elcock, el 8 de octubre de 2000 en juego de la segunda fase de la eliminatoria para la Copa del Mundo 2002.

Su primer gol llegó después de su recuperación en la temporada siguiente, la 2001-02, el 29 de septiembre del 2001 ante el Real Madrid – a través de un tiro libre genial, que dejó viendo visiones a Iker Casillas- en el estadio “Santiago Bernabéu”. El entrenador, Pepe Moré, confiaba en él, estaba integrado al plantel, pero lo caro de su ficha provocó que la directiva vallisoletana no hiciera efectiva la opción de compra, debiendo regresar al América en 2002, después del Mundial Corea-Japón.

Cuauthémoc no llegó a triunfar en Valladolid.
Cuauthémoc no llegó a triunfar en Valladolid.

Con 3 goles -2 de ellos auténticas joyas que dejaban en claro su técnica individual, Cuauhtémoc volvió de Europa derrotado pero no vencido, y ha tenido cuerda todavía para derrochar talento, sobre todo en momentos difíciles, que es cuando sacaba el orgullo y lo mejor de sí para guiar a sus compañeros, pidiendo el balón y siempre sabiendo qué hacer con él, hacia jornadas sublimes.

Podrán criticarse muchos aspectos negativos de su personalidad, pero remitiéndonos estrictamente al futbolista, sin dudas ha sido “el último héroe” del balompié mexicano. El que condujo, a puro corazón, a nuestra Selección a 2 Mundiales (2002 y 2010) cuando el panorama era gris y la calificación casi imposible. El que definió con una jugada sublime ante Brasil el primer título mexicano en torneos oficiales (la Copa Confederaciones 2009). El que cimbró a todo un país con un golazo ante Bélgica en Francia ’98…Y es que muchas personas no han sabido darse cuenta que su famosa “jorobita” no es un defecto físico, sino que es por cargarse a tantos equipos al hombro.

Javier A. Gordillo Pérez

Voraz lector, redactor apasionado, y hambriento seguidor del buen juego de balompié en cualquier latitud y época. Romántico del corazón y del balón, orgullosamente mexicano y colgado por el fútbol.

Comments

2 thoughts on “Cuauhtémoc Blanco, el último héroe mexicano

  1. Tenia la actitud que siempre le falto a la seleccion mexicana, no me parece un gran jugador, incluso bastante mediocre pero compensaba con la actitud.
    Gustavo Woltmann

  2. grande temo…nuestro ultimo gran idolo…ojala y un dia seas nuestro entrenador….te estaremos esperando…en el azteca!!!

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