Última atualização 21 agosto, 2014 por Julio Muñoz
A contratação de jogadores menores sempre foi uma dor de cabeça para organizações internacionais. Com a pessoa ainda em treinamento, durante la década de los 80 sim 90 era costumbre que muchos clubes europeos ficharan a jóvenes promesas de otros continentes a precio de saldo con el fin de buscar la aparición de una nueva estrella.
Apuestas arriesgadas que pocas veces salían bien y que dejaban atrás un panorama desolador en la mayoría de casos. Niños o adolescentes que abandonaban la familia, los estudios, su entorno por la ilusión de ser algún día futbolista y que veían la otra cara de un deporte que les negaba la suerte y que le condenaba al ostracismo y a una vida llena de dificultades.
Fue en ese contexto como se redactó una regla (el artículo 19 del Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores) que prohibía fichar menores de edad extranjeros a los clubes de fútbol, salvo en tres excepciones:
- “Si los padres del jugador cambian su domicilio al país donde el nuevo club tiene su sede por razones no relacionadas con el fútbol”. (ojo a este precepto que no vale que el club que ficha contrate al padre en una categoría profesional distinta a la que ejercía en su país de origen. EJ: si era fontanero, no podría cambiar a ejercer de administrativo).
- “Si la transferencia se efectúa dentro del territorio de la Unión Europea (UE) o del Espacio Económico Europeo (EEE) y el jugador tiene entre 16 sim 18 años de edad”.
- “Si el jugador vive en su hogar a una distancia menor de 50 km de la frontera nacional, y el club de la asociación vecina está también a una distancia menor de 50 km de la misma frontera en el país vecino. La distancia máxima entre el domicilio del jugador y el del club será de 100 km. En tal caso, el jugador deberá seguir viviendo en su hogar y las dos asociaciones en cuestión deberán otorgar su consentimiento”.

Una regla proteccionista que buscaba proteger la figura del menor y que ponía coto a los traspasos de adolescentes y menores a excepción de tres casos muy concisos y matizados, a los que además la FIFA les haría especial vigilancia. Un reglamento claro que siempre planteó y plantea la misma pregunta: ¿se protege así más o menos al menor? Y es que especialmente, en el caso de los niños africanos, la llegada a Europa suponía un balón de oxigeno y una vida en un principio ligeramente mejor a la llevada hasta entonces.
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