Última atualização 6 abril, 2024 por Alberto Llopis
Con polémica barata y sin sustento terminó en México el torneo Apertura 2014, solamente porque, otra vez, estuvo involucrado en la final el América, y –para colmo- se llevó el título, siendo injustamente denostado el árbitro Paul Delgadillo, que en el partido decisivo únicamente se apegó al reglamento. Y es que no hay ninguna prueba, ninguna, de que el trabajo arbitral de Delgadillo haya influido a favor del campeón. Los Tigres no supieron aprovechar su ventaja como local en el juego de ida, contando con el apoyo de su público, ante un rival tácticamente medroso, que le cedió totalmente la iniciativa con el balón.
Então, ele 1-0 lucía como muy poca renta para el equipo del norte del país y, en efecto, terminó pagándolo el domingo 14 de diciembre en el estadio “Azteca”. La actitud medrosa y hasta agresiva del cuadro dirigido por Ricardo “Tuca” Ferreti le ocasionó 3 tarjetas amarillas en el primer tiempo, un gol en contra y solo una jugada de relativo peligro contra el marco americanista.
Gritar ahora que el árbitro tuvo que ver en la derrota del equipo representativo de la Universidad Autónoma de Nuevo León es, por decir lo menos, una postura estúpida y malintencionada.
Sus decisiones en las 3 expulsiones se apegaron al reglamento: el jalón de Darío Burbano a Miguel Layún, siendo último hombre defensivo, cuando éste enfilaba solo hacia el área visitante; el manotazo al rostro (que no atinó) y la patada abajo propinada por Damián Alvarez a Ventura Alvarado, sin balón en juego; y la del portero argentino Nahuel Guzmán, quien habiendo sido amonestado merecidamente en la primera parte por retardar su saque de meta, en plena debacle y desorden felino agredió con una patada en el costado a Michael Arroyo, que continuó jugando la pelota, desoyendo el pitazo del silbante que anulaba su colada por fuera de lugar.
É mais, es increíble escuchar y leer quejas tan pésima y ridículamente sustentadas, cuando Delgadillo perdonó 2 tarjetas rojas más a los Tigres: una a Emanuel Villa, quien entró de cambio y, con el ardor de la derrota, comenzó a embestir a cuanto jugador de las Águilas se le pusiera enfrente, haciendo por lo menos 2 entradas que merecían ser gravemente sancionadas; y otra a Jesús Dueñas, quien –estando amonestado desde el primer lapso– cuando cayó el tercer gol americanista fue sobre Luis Ángel Mendoza, em 2 ocasiones distintas, para agredirlo (arañazo en la cara y patada en el suelo), con el argumento de una supuesta burla en su contra.
El único pecado del árbitro fue, sí, no amonestar al propio Arroyo por desobedecer la indicación de fuera de lugar, dando pie a la agresión de Guzmán contra él. Pero culpar al silbante es uno de los mejores pretextos que se utilizan en el futbol mexicano y hasta podría decirse que es un “subdeporte” dentro del mismo. De esta manera entrenadores y directivos “tapan” sus propios errores y fracasos. Y si está involucrado el América, si gana algo importante, no hay “mejor” recurso que minimizar, denostar y ensuciar su triunfo.
Para muchas mentes, no importa cómo haya ganado “el equipo de Televisa”, lo que interesa es buscar hasta el argumento más absurdo y, aunque no se cuente con ninguna prueba, enarbolarlo como si fuera la verdad absoluta para solaz y esparcimiento de los antiamericanistas, que encuentran tema para tratar de empañar una victoria a todas luces merecida y justa, ya que pese a los muchos problemas que enfrentaron las Águilas (externos e internos, por una crisis entre directiva y cuerpo técnico que fue mal manejada por ambas partes), fue el mejor equipo del torneo regular y de la liguilla.
Agora, ya sin Mohamed en la dirección técnica y con Gustavo Matosas iniciando un nuevo proyecto al que se le auguran muy buenas cosas, el América luce como el cuadro mejor armado y puede imaginarse que brindará un futbol espectacular y ofensivo, dadas las cartas credenciales que el DT uruguayo ha enseñado en su paso dirigiendo al Querétaro y al León (con el que fue bicampeón).
De los otros “grandes” del balompié mexicano, el Guadalajara enfrentará un torneo decisivo, pues se encuentra involucrado en serios problemas de porcentaje. La llegada a su timón del exentrenador nacional José Manuel “Chepo” De la Torre, y de refuerzos supuestamente de peso, no es garantía de nada para un equipo que pareciera que su mayor problema es psicológico dentro de la cancha y operativo fuera de ella. Su enorme afición y su brillante historia reclaman un mejor sitio, lo cual se ve difícil mientras el club rojiblanco siga perteneciendo al empresario Jorge Vergara.
El Cruz Azul asumirá por enésima vez el compromiso de alegrar a sus seguidores con un título, tras largos y decepcionantes 17 años de desilusiones, a cual más de humillantes. Conserva una base que, en mi opinión, no solo ya es “vieja” (Christian Giménez, Gerardo Torrado y Jesús Corona, sobre tudo) sino que ya ha probado en distintas y variadas situaciones que el fracaso con ellos está garantizado. La llegada del goleador paraguayo Roque Santa Cruz –figura por años en las difíciles ligas europeas– puede no ser más que un nuevo espejismo azul, pues al no estar rodeado de jugadores capaces, en un equipo sin liderazgos visibles, podría hundirse en el marasmo de un club que parece vegetar exprimiendo su historia ganadora de hace 4 décadas.
Los Pumas de la UNAM tendrán el desafío de recuperar su identidad, teniendo en la banca de nuevo al DT que les dio su último cetro (Guillermo Vázquez, en el Clausura 2011) y con el propósito de voltear nuevamente a su cantera para ya no depender de tanto petardo fracasado que únicamente ha contribuido a hundir más al tradicional equipo del Pedregal.
Hay otros cuadros que, bien formados y con un proceso de varios torneos de integración, podrían pelear por el título, como Querétaro (con “Ronaldinho” como máximo estandarte), Jaguares de Chiapas (con un trabajo serio de 2 anos, algo extrañísimo en el cambiante futbol mexicano y en una franquicia que no se ha caracterizado por la paciencia a los procesos), o Pachuca (con nuevo entrenador pero una base muy bien trabajada, basada en sus fuerzas inferiores), más la acostumbrada “División del Norte”, que a golpe de chequera siempre arma planteles respetables: Monterrei, Tigres, Santos Laguna y Xolos de Tijuana.
Então, el siguiente fin de semana comienza la actividad del Clausura 2015 y aunque ya se han escuchado pretextos de algunos equipos sobre “el poco tiempo de descanso” entre el final y el comienzo de un torneo y otro, se espera un mejor certamen que el último de 2014, que fue mediocre totalmente, de principio a fin (su fase final fue la más pobre en goles de toda la historia). Me río para mis adentros cuando veo quejas de que se “exige demasiado físicamente” a los jugadores o que hay “poco tiempo de descanso y preparación” para los planteles (para justificar actuaciones flojas durante un semestre entero), lo que comprueba que esta es la mentalidad actual del futbol mexicano.
Y es que hace algunas décadas, cuando se competía bajo el esquema de temporadas largas, no había receso en las fechas decembrinas –que para los mortales comunes son de asueto– y se programaban partidos la misma tarde de Navidad o 24 horas después del Año Nuevo, y nadie reclamaba nada.
Sin dudas, los tiempos cambian…