Última atualização 6 abril, 2024 por Alberto Llopis
Otra vez…y ya son muchas. De nuevo mismo escenario, misma camiseta, mismo papel. Messi y Argentina entera en una final. La oportunidad de levantar un gran trofeo. Una ocasión pintiparada para volver a elevarte al olimpo del fútbol. El último escollo que salvar para, pela primeira vez, hacer algo grande con tu selección. Por desgraça, y como ya ha pasado anteriormente, todo esto vuelve a esfumarse. Noventa minutos a un paso de la gloria, que acaban trasladándote al más puro y cruel infierno.
Cada vez que Leo Messi se desprende de la camiseta azulgrana, una camiseta con la que ha vivido las mayores alegrías y con la que se ha coronado como el mejor, para enfundarse la albiceleste, la cosa ha cambiado. Con el Barça, la mayoría de momentos han sido de felicidad y de éxtasis, ha ganado todo lo habido y por haber, y ha entrado en el histórico club de las leyendas de este deporte. Em vez de, com a Argentina, es todo lo contrario.
El país que lo vio nacer aún sigue esperando verle levantar un título defendiendo esos colores.Parece que hay un gafe que acompaña a Messi con su selección allá donde va. Un gafe que espera para hacer daño donde más duele: en el último momento en el que ya no hay margen para la reacción.
En cada uno de los torneos que Leo ha disputado a nivel de selecciones, él ha sido el centro de todas las miradas. Algo que es obvio cuando eres argentino, juegas al fútbol y llevas el número 10 en la espalda. Un dorsal que, entre muchos otros, ha portado un tal Diego Armando Maradona. Quizás sea esta circunstancia la que más pesa en Messi y le repercute en su rendimiento con la absoluta.
No se sabe, y posiblemente nunca se sabrá. Lo único cierto es que esto ha originado un sinfín de críticas y de reproches que se ceban sobre la figura del futbolista. Un ambiente de crispación que no ayuda nada, la verdad.
Muchos creen en la falta de compromiso. ¡Por Dios! ¿Acaso hay algo más grande en el fútbol que ganar un torneo internacional de selecciones? Hay que dejar de lado esa hipótesis. Seguro que él, más que nadie, llega a cada Copa América y a cada Mundial con el único y claro objetivo de proporcionar la mayor de las alegrías a su afición. Esa afición fiel que lo apoya, a pesar de que muchos otros intenten hundirle.
El fútbol es injusto en muchas ocasiones, pero en otras puede darte todo lo que te ha quitado. La ilusión y la fe no hay que perderlas. Messi ha hecho mucho por este maravilloso y fascinante deporte, que le ha correspondido con creces, ¡sí!, pero que aún le debe algo. Ese Messi abatido, desolado, impotente, que hemos presenciado en más de una ocasión con Argentina, debe dar paso a ese otro jugador alegre, feliz y capaz de hacer auténticas diabluras con un balón como hemos visto en España y Europa. Recuerda, Leo, amigo, el fútbol te debe una.