Última atualização 5 abril, 2024 por Alberto Llopis
Año 2008, la selección española se proclama campeona de Europa y pone fin a una sequía de títulos que se presumía imparable. Além do mais, aquel conjunto comandado por Luis Aragonés ofrecía un juego pocas veces visto y hasta hoy, y seguro que por mucho tiempo, admirado. Dos guardianes disfrazados de centrales se convertían en piezas clave del esquema de una España de leyenda.
Mas, meses más tarde, en Barcelona, y de la mano de Pep Guardiola, daría comienzo una obra, una oda a este deporte que rompería esquemas y derribaba creencias. Curiosamente, en ese FC Barcelona también se hallaba uno de estos dos centrales: Puyol. Porém, a diferencia de en “La Roja”, su compañero no sería el bueno de Carlos Marchena, sino un joven Gerard Piqué. Mais tarde, y como era evidente, Puyol y Piqué también formarían pareja en el eje de la zaga española.
Debutar con el combinado nacional absoluto en un estadio como el Ramón Sánchez Pizjuán, nada más y nada menos que ante toda una campeona del Mundo como Inglaterra, no es fácil de olvidar. Seguro que aquel 11 de febrero del año 2009 siempre permanecerá grabado en la retina de Piqué. Y es que la relación de este defensa con España tuvo un comienzo idílico. El jugador ha sido símbolo de una generación histórica que ha llevado a nuestro país a conquistar la cima más alta tras salir vencedor de la Copa del Mundo de Sudáfrica (2010), y posteriormente repetir conquista en la Eurocopa de 2012. Todo marchaba sobre ruedas, hasta que la cosa se torció.
En los últimos tiempos, la figura de Gerard Piqué se ha visto muy mermada por ciertas conductas y actuaciones fuera del verde. Constantes mensajes, muchos de ellos ofensivos, lanzados sobre el Real Madrid, eterno rival del club al que él presta sus servicios, y a algunos de sus integrantes y compañeros de profesión como el propio Álvaro Arbeloa; sucesos en su vida personal o bajadas de rendimiento que le han llevado a pasar temporadas en el banquillo.
A esto, hay que añadirle su presencia en actos puramente políticos como la Diada de Cataluña, movimiento que defiende la independencia de dicha comunidad autónoma del estado español, lo que ha derivado en un malestar por gran parte de la afición de la selección española. Y es que muchos cuestionan la lealtad de Piqué a esa camiseta, a esos colores y a ese escudo. Pitos, insultos, análisis exhaustivo de todos y cada uno de los gesto del central catalán durante una concentración, entrenamiento o encuentro internacional, se han convertido en una constante.
Ya en los últimos meses, las aguas parecían calmarse, pero nada más lejos de la realidad. La cuerda que sostenía la relación entre Piqué y ña selección española estaba muy tensa, y ha terminado por romperse. El futbolista no puede más, según él, ha perdido la ilusión por defender esa camiseta, anunciando que se despide tras el Mundial de Rusia 2018. Una camiseta que le ha dada tanto, y a la que él también ha contribuido haciéndola más grande. La profesionalidad de Gerard está fuera de toda duda, pero su comportamiento lejos de los terrenos de juego quizá haya sido el detonante de esta situación, o no.
Cada uno es libre de pensar u opinar sobre lo que desee, isso sim, sin faltar nunca el respeto a nada ni nadie. Puede que Piqué sí haya faltado ese respeto, o tampoco. Cada cual juzgará en base a sus postulados. Lo que sí es cierto es que Piqué necesita a España, y España necesita a Piqué. Una auténtica lástima que sus caminos se separan, aunque quizás muchos piensen que es lo mejor. Como digo, nadie posee la verdad absoluta del porqué de esta ruptura.