Última actualización 13 diciembre, 2022 por Alberto Llopis
Paolo Maldini, Roberto Baggio, Dino Zoff, Fabio Cannavaro, Francesco Totti, Gigi Riva o Paolo Rossi. A buen seguro, que estos nombres les suenan a emblemas del fútbol italiano. Pero, ¿y si les digo Silvio Piola? Pues muchos, sobre todo, los más jóvenes no sabrán ni siquiera relacionarlo con el mundo del fútbol. Craso error y una verdadera pena, pues este hombre es, sin duda, el mayor goleador que ha dado Italia en su historia.
Nacido en Robbiano (Pavía) en 1913, Piola es, números en mano, el tercer máximo anotador en la historia de la selección italiana tras Gigi Riva y Giuseppe Meazza. También es el máximo goleador de la historia de la Serie A, con 274 goles, 49 más que el segundo y con 537 partidos de la Serie A, el cuarto jugador con más partidos en dicha competición. Además, el único capaz de anotar seis tantos en un partido del Scudetto.
Pero al margen de ello, es el delantero del Mundial ganado en 1938, el hombre que hizo feliz las intenciones de Benito Mussolini de demostrar la superioridad transalpina en un terreno de juego, y el autor de los dos goles en la final contra Hungría de ese campeonato del mundo previo a la II Guerra Mundial.
Un genio con el balón en los pies, con una extraordinaria capacidad de ver puerta con ambas piernas, velocidad, desmarque y con un don especial: marcar goles de espaldas a la portería. Sí, aunque no se lo crean, Silvio Piola, es el inventor de la chilena. Dicen los que le vieron que ocurrió en 1938, año en que decidió resolver algunas situaciones embarazosas con el defensa pegado de la forma más inverosímil: tirándose en dirección contraria a la meta rival desorientando a los defensas.
30 goles en 34 encuentros con la selección italiana, fue ésta la que le dio la gloría (y pudo haberlo dado más de no haber existido la gran contienda militar), pero también sus numerosos clubes. El Pro Vercelli, en el que debutó en 1929 y en el que estuvo cinco años, el Lazio, el que pasó lo mejor de su carrera en nueve impresionantes temporadas llenas de goles (143 en 227 partidos), el Torino, la Juventus o el Novara, conjunto al que muchos pensaron que fue a retirarse con 34 años en 1947, y al que deleitó con muchas de sus mejores actuaciones, y evidentemente goles. Porque si algo era Silvio Piola, era gol, «Silviogol».
Novara así se lo supo reconocer, pues hoy en día, su estadio lleva su nombre en su honor. Bonito homenaje a uno de los delanteros más importantes de la historia del fútbol. Un hombre que no quiso protagonismo ni divismos, un hombre que amaba ir a ver jugar al fútbol como un aficionado más.