Última actualización 5 abril, 2024 por Alberto Llopis
Ésta es una de esas anécdotas insólitas, curiosas y un poco chistosas, que nos ayudan a entender el lado humano del deporte. Que suceden pocas veces, y que curiosamente transcurre en una final de Copa de Europa Noches que visto bajo sus lunas un espectáculo de magia, talento, entrega, lucha y amor a los colores. Una tragicomedia de dos caras que ni el mismo Broadway podría representar.
Para ubicarnos en tiempo y espacio, sucedió un 7 de mayo de 1986. Caía la tarde en el corazón de Sevilla, y ante 70.000 almas presentes se jugaba la final de la Copa de Europa entre el Barcelona y el Steaua de Bucarest. Era un partido trabado, sin muchos espacios y con un Barcelona mermado físicamente. Terry Venables, sumido en la ansiedad y nerviosismo propios del momento, toma una decisión más por impulso que por otra cosa, decide sacar del terreno de juego a Schuster.
En aquel Barcelona del año 86, Bernd Schuster se erigía como líder nato, y sin duda alguna era el cobrador de penaltis por excelencia en el equipo. Para Venables, sacarle del partido a pesar de su apatía en el transcurrir de este, era renunciar al único jugador que por clase, condición, y talento individual, podía equilibrar la balanza a favor de los azulgranas. Aquella noche el rendimiento del alemán levanto sospechas en todos los presentes, según algunos culés, el alemán se mostraba desentendido totalmente en algunos compases del partido, lo cual atrofiaba gran parte de los contraataques que el equipo azulgrana intentaba, ya que su juego giraba en torno a Schuster.
Siempre en las finales existe la opción de irse hasta la instancia de cobros desde el punto fatídico, y sacar a tu mejor cobrador en el ocaso de la segunda mitad, con un rival que no te da chances, suena como un chiste con color a demencia. Dicho y hecho, transcurriendo el minuto 85’ de partido, el inglés envió al terreno de juego a Moratalla en lugar de Schuster. En el vídeo entre el 1:28:20 hasta el 1:29:10 se puede observar la salida del jugador alemán, no muy contento.
Previsiblemente la reacción del alemán no fue la mejor y en lugar de seguir el final del partido en el banco, prefirió seguir de largo, tomar una ducha y salir del lugar cuanto antes. A la salida del Sánchez Pizjuán, Schuster abordó un taxi rumbo al hotel de concentración, y el taxista que le recogió tenía sintonizado en la radio precisamente el partido. Al momento de este mirar el retrovisor para detallar a su pasajero, su rostro se torno pálido, sus manos temblaban y sus ojos estaban preparados para saltar de sus cuencas. Parecía como si estuviese presenciando al mismísimo Lucifer, y claro, no era para menos.
Aquel hombre era Bernd Schuster, y su equipo se encontraba jugando la final de la Copa de Europa en el mismo instante que este abordaba su coche, algo de no creer. Luego de charlar un poco durante el camino, el taxista se tranquilizó un poco y entendió, de manera superficial, porque Schuster abordaba su taxi en plena final de su equipo. Al llegar al hotel, Bernd recogió a su novia Gabi y juntos tomaron camino rumbo al aeropuerto, donde posteriormente escaparon.
El haber sido sustituido en la final fue sólo la gota que rebosó el vaso para que Schuster estallara y reaccionara de esa forma, pues el conflicto entre el alemán y la entidad catalana se remite a comienzos de la temporada 85/86, donde había protestado públicamente por las primas ofrecidas a los jugadores para dicha temporada. Hasta llegó a declarar que los jugadores estrella estaban empezando a ser tratados como simples trozos de basura.
Todo esto finalizó con Schuster vistiendo de blanco en la temporada 88/89. El costo de desembarcar en el Bernabéu pasó por estar todo un año sin jugar y con una variedad de procesos judiciales en su contra. Si presionó Schuster para jugar en el Madrid o no es algo que jamás sabremos, lo que si queda claro es que la rivalidad entre uno y otro trasciende a múltiples situaciones fuera de lo deportivo, y que alcanza niveles incalculables. A pesar de todo, la actitud del alemán puede ser catalogada como descaro, cinismo, y falta de profesionalismo, pero ante todo, un ejemplo burdo de alevosía en el fútbol.
Lo que sucedió al final del partido es una historia ya conocida por todos. Los que no la conozcan la pueden consultar aquí mismo en Colgadosporelfutbol. Por lo demás, saber que aquel taxista sevillano tendrá eternamente una anécdota para relatar a sus descendientes, y porqué no, regodearse de hacer parte de la historia del fútbol europeo…….. A su manera
Te puede interesar: