Última actualización 2 diciembre, 2014 por Alberto Llopis
El fútbol italiano sigue con su proceso de decadencia. Hubo varias etapas en la historia del fútbol en la que el «calcio» dominaba Europa. El Torino que cayó en la tragedia de Superga, el Inter de Helenio Herrera, la Juve, el Napoli de Maradona o el Milán en diversas etapas, sobretodo aquel magnífico equipo de Arrigo Sacchi de finales de los 80 y principios de los 90, aportaron su granito de arena al devenir de este deporte, algo que parece muy lejano.
Tanto que los directivos del fútbol italiano deberían de empezar a preocuparse y a pensar el porqué ya son prácticamente la quinta liga de Europa, hecho que les hizo perder la cuarta plaza en Champions, y el porqué sus equipos son simples comparsas en Europa, incluidos los más grandes. Da la sensación de que el calcio se ha quedado en un estado de remember plagado de jugadores veteranos y otros tantos, demasiados, sin ningún tipo de talento.
La Serie A se ha convertido en un torneo, donde algunos de sus máximos artilleros rondan los 40 años, jugadores de pasado glorioso que siguen destacando en una liga que dicho sea de paso, antes era bastante más exigente. Ahí tenemos los casos de Totti, Di Natale y Luca Toni quienes casi cuarentones siguen siendo referencias. Pirlo con treinta y tantos largos y Buffon, cerca de la cuarentena también, son piezas claves del líder de un torneo que va camino de ser similar al del inserso. Y por detrás no parecen venir suficientes valores como para relevar a estas viejas glorias.
El mejor termómetro pueden ser los dos gigantes de Milán. El Inter-AC Milan, era antaño uno de los partidos gordos que se jugaban en Europa. A día de hoy, ambos deambulan por medio de la tabla con jugadores de un nivel que dista mucho del exigido para jugar en clubes de este nivel. Dos equipos que juntan 10 Copas de Europa entre los dos y que son una lejana sombra de quienes fueron no hace mucho, unos pocos años atrás. Si ya se mira la Serie B donde muchos estadios, se quedaron ya no en la Roma clásica, pero si allá por los 80-90, el nivel decae todavía más. Una triste caída de un fútbol que debe de cumplir la máxima de «renovarse o morir» lo antes posible sino quiere acabar en la segunda opción.