Última actualización 5 abril, 2024 por Alberto Llopis
Está claro que la Islas Británicas son diferentes respecto a lo que el fútbol se refiere. Allí, el fútbol se vive de otra manera, a otro nivel, allí es una tradición, y sólo allí se puede concebir un hecho como el acaecido el 26 de diciembre del 2008, el día del «Boxing Day», día del fútbol por excelencia en Reino Unido.
En la temporada 2008/09, el Hull City debutaba en la Premier League por primera vez en su larga historia. El equipo, estaba respondiendo mejor de lo previsto a las pocas expectativas que la prensa en general había puesto en ellos. Con un estilo más tosco que técnico, el Hull, iba sacando los partidos como podía. Ese día de diciembre de 2008, en pleno «Boxing Day», el Hull City visitaba la casa del Manchester City, y con ellos, 4000 seguidores se iban a desplazar hasta el estadio City of Manchester para ver las evoluciones de su equipo.
La primera parte no pudo ser mas desastrosa, el Hull, intentó hacer lo que no sabía y lo pagó carísimo. La primera parte acabó con un sonrojante 4-0 que machacó las ilusiones del modesto conjunto inglés y de los miles de hinchas que se habían desplazado hasta Manchester. El arbitro pitó el final de la primera parte y la indignación recorría todos los poros de la piel del entrenador del Hull. Phil Brown, por aquel entonces entrenador de los «Tigers», cogió a sus jugadores, los llevó al fondo donde se ubicaban sus 4000 seguidores y los sentó a todos allí. La charla, que debía producirse en el vestuario, se iba a producir allí, delante de los hinchas. Era una manera de pedirles perdón por lo ocurrido.
«Nuestra gente ha planificado estas Navidades y el Boxing Day alrededor de este partido y merecían una disculpa por el espectáculo que habíamos ofrecido en la primera mitad. El comportamiento fue inaceptable en un equipo entrenado por mí. Tuve que hacerlo para mantenernos vivos en el choque. En 21 minutos regalamos cuatro goles a nuestro adversario por entrar en el campo con la mentalidad equivocada. Fue un fracaso tanto de los jugadores como de los técnicos»,reveló Brown al final del partido, al ser preguntado por lo que le había dicho a sus jugadores en dicha charla.
La idea fue bien recibida por su entusiasta afición, que comenzó a aplaudir la decisión del entrenador, quien no escondía su enfado con la plantilla mientras les recordaba: «Somos el Hull y jugamos feo. Hemos querido jugar bonito ante el Manchester City y nos han humillado. No olviden que somos el Hull City ni como ganamos los partidos». El resultado final del partido fue de 5-1, pero el global de la segunda parte, después del rapapolvo de su entrenador, acabó 1-1. En otra liga por ejemplo en la española, sería impensable ver algo de este tipo. Sin duda, el fútbol británico es diferente.