Última actualización 14 marzo, 2018 por Alberto Llopis
“Tengo miedo de salir a la calle por vergüenza”. Evidentemente cualquier persona que es capaz de pronunciar esa frase se encuentra ante un problema más o menos grave dependiendo de la magnitud en el tiempo de ese hecho. En este caso, las palabras salieron de la boca de André Filipe Tavares Gomes, el jugador portugués llegado al FC Barcelona hace poco más de año y medio procedente del Valencia CF.
Las dos temporadas en el club che habían situado al jugador luso en la rampa de salida hacia un gran club europeo. Su juventud y margen de mejora le situaron en el foco de Real Madrid y Barcelona. Finalmente los catalanes se harían con los servicios del valencianista.
La llegada de cualquier jugador a un club de esa magnitud y características conlleva un proceso de adaptación a la forma de juego y al entorno. Cuando llegas te das cuenta de que todo se sobredimensiona. Fallar un pase o tomar una mala decisión se hace algo lógico en cualquier equipo, pero cuando llegas a otro en el que todos los componentes de la plantilla son unos privilegiados técnicamente, esos errores suponen poco más que un sacrilegio.
Acompañar en la alineación a futbolistas de la talla de Messi, Iniesta o Busquets, por poner unos ejemplos, supone que tú debes estar a su misma altura futbolística y no desentonar. Por ello, cuando André Gomes comenzó a realizar un juego por debajo de la media, la confianza de público y jugador se resintieron. “No me siento bien en el campo, no estoy disfrutando de lo que puedo hacer. Mis amigos dicen claramente que voy con el freno de mano puesto”
Primero fue un pequeño run run para con el tiempo, pasar directamente a pitadas por sectores de la afición que ven en el portugués a un futbolista sin la calidad mínima exigible para jugar en el FC Barcelona. ¿Pero esto es realmente así? Lo cierto es que el portugués da muy pocos argumentos a sus defensores y muchos a sus detractores. Lo sorprendente es el apoyo que tiene dentro del vestuario, empezando por sus entrenadores que le ofrecen minutos en detrimento de otros jugadores y continuando por el resto de la plantilla. ¿Podemos pensar que André Gomes es un futbolista durante la semana para convertirse en otro completamente diferente los días de partido? Parece que esa debe ser la lectura correcta, pero no cabe duda de que el aficionado de a pie sólo puede poner nota el día de examen, y ese día, el luso suspende claramente. “Después de seis meses se volvió un poco infierno porque empecé a tener más presión”
André Gomes es un futbolista totalmente bloqueado. No sabemos cual es su límite futbolístico, pero el mental lo conocemos y se traduce en un jugador apático, sin ambición y desconectado del juego colectivo. Es lógico que no asuma ningún riesgo, pero incluso estableciendo por su parte unas normas de seguridad para no cometer errores, estas se incumplen con demasiada frecuencia. Hay futbolistas que nunca han sido capaces de superar la presión que genera un gran club a nivel mundial. Son ya muchos los meses de la tan cacareada “recuperación”de André Gomes. Es posible que haya llegado el momento de la aceptación tanto por el club como del jugador, de que exista la posibilidad de que esa recuperación nunca llegue. El portugués todavía es muy joven, pero lleva estrellándose contra el muro de la impotencia