Última actualización 2 abril, 2015 por Alberto Llopis
Semana Santa suele ser uno de los períodos preferidos por la mayoría de ciudadanos. Su llegada está asociada a vacaciones, descanso, viajes y en definitiva, salir de lo habitual. Es tiempo de volar la cometa, de ir al campo, abandonar la ciudad y para algunos, los más afortunados, pisar la playa en busca del primer bronceado del año. Ni que decir tiene, que otros prefieren las procesiones, los pasacalles en busca del homenaje a Jesús. ¿Y qué pasa con el fútbol?
Eso es lo que hoy nos preguntamos en Colgados por el Fútbol. Tradicionalmente, todas las ligas europeas juegan en Semana Santa y nadie se plantea su interrupción. Algo que choca con lo que ocurre en Navidad o en verano, tiempo donde todo se detiene, incluido el deporte rey. ¿Por qué no ocurre lo mismo en estas tan entrañables fechas, que hasta paraban hace poco las tiradas de los diarios?
Bien, es difícil explicar. Quizás, la razón principal haya que buscarla en el hecho de que Semana Santa suele caer en el calendario cerca del tramo final de las competiciones, en su momento de resolución. Y un parón a estas alturas sería bastante perjudicial para equipos y jugadores. No hace calor ni frío, sino un clima templado que además permite jugar en perfectas condiciones, a diferencia de lo que ocurre en Navidad o verano. Así pues lejos de parar, lo que se hace es decidir títulos y jugar finales. Para muestra, el botón de la final de la Copa del Rey, que disputada en miércoles Santo se ha jugado en no pocas ocasiones en el mismo día.
¿Se hace bien decidiendo jugar en estas fechas? Esa es la pregunta del millón. Muchos aficionados y socios están de viaje, no pueden asistir a los estadios ni ver por televisión a sus equipos. Para otros, todo lo contrario. Tienen vacaciones, tiempo libre y ganar de matar el tiempo con un buen partido. Como ven, hay para todos los gustos.