Última actualización 4 diciembre, 2014 por Alberto Llopis
Estamos viviendo estos últimos días a un aluvión de críticas hacia clubes y policía por los acontecimientos tristemente ocurridos el pasado 30 de noviembre en Madrid y que como ya casi todo el mundo sabe se saldaron con la muerte de un hincha del Deportivo de la Coruña. Imágenes crueles, impactantes y totalmente desechables las que se vivieron a la orilla del río Manzares entre decenas de hinchas radicales de Deportivo y Atlético de Madrid.
Hacen bien las autoridades y los clubes en tomar drásticas medidas contra estos forofos que no representan a nadie porque son incapaces de representarse a sí mismos, tal y como diría algún afamado periodista de años atrás. Sin embargo, más allá de la repulsa y la condena conviene no olvidar que lo ocurrido el domingo es un hecho aislado en un país que desde 1982 ha visto morir once personas por actos violentos relacionados con el mundo del fútbol y tres desde la entrada del nuevo siglo.
Si bien es cierto que esas cifras deberían quedarse en 0 si imperara la lógica del sentido común y la cordura de la totalidad de aficionados, España puede considerarse un paradigma del buen comportamiento dentro y fuera de las canchas en comparación con otros países especialmente los más futboleros. No pocas son las veces que nos llegan imágenes de Argentina o Brasil donde los hinchas se enfrentan entre sí en las propias gradas provocando heridos y muertos, en ocasiones, además no pocos. El pasado octubre en Brasil, por ejemplo, en un Santos Palmeiras hubo un fallecido y tres heridos graves…en mayo un muerto por el lanzamiento de un inodoro en pleno estadio. En Argentina, hemos visto hasta ataúdes entrando a las gradas.
Que Sudamérica es un mundo aparte queda claro, pero tampoco el Viejo Continente escapa. En Italia, el goteo de muertos es incesante en las últimas décadas. Sin ir más lejos, en la pasada final de Copa Ciro Esposito perdió su vida. Los incidentes a las afueras de los recintos deportivos están a la orden del día. En Holanda, ocurre tres cuartos de lo mismo. Hace dos años, tres juveniles mataron a patadas a un línier y los enfrentamientos entre radicales del Ajax y Feyernoord suelen poner los pelos de punta.
Los alemanes tampoco pueden presumir de estar exentos de problemas. Cabe recordar que en la Eurocopa de 2008, un Austria-Alemania acabó con un aficionado muerto y 23 heridos en una batalla campal entre las dos aficiones. Y de Inglaterra, mejor no hablar. La violencia de sus aficionados llevó a la UEFA a apartar a los equipos ingleses de las competiciones europeas y por más que la seguridad ha aumentado, alguna que otra muerte es imposible de evitar.
Hablamos de Alemania, Italia, Inglaterra, por no mencionar Rusia, África o Centroamérica donde los disturbios son más que habituales. Por tanto, y por una vez, conviene no olvidar la perspectiva. España, es uno de los países más seguros para ver fútbol. Sus aficiones son de lo más tranquilas y por sólo unos impresentables no hay lanzar las campanas al vuelo sembrando terror. Afortunadamente, en civilización ganamos por goleada a muchos.