Última actualización 23 junio, 2014 por Julio Muñoz
Somozas, municipio interior de la provincia de A Coruña. Terreno bastante accidentado, su población apenas llega a los 1200 habitantes. Pueblo pequeño y desconocido para la mayor parte de los españoles, en sus tierras vive gente humilde, trabajadora que empieza a dejar a un lado la agricultura y ganadería para dedicarse a las nuevas tecnologías en unos casos, para acudir al vecino Puentes de García Rodríguez -donde está Endesa-, en otros.
Pocas cosas rompen la rutina de un lugar donde todo el mundo conoce a todos. Donde los secretos apenas existen. Ahí, en ese contexto algo sucede que sirve para romper la monotonía. Es la muerte de Manuel Candocia Ramos, el alcalde desde 1979 y presidente del equipo del municipio. Un 19 de enero, las gradas del pequeño campo municipal de Pardiñas asisten a la perdida del dirigente, desplomado ipso facto detrás de una de las porterías (donde solía sentarse), víctima de un infarto, al que ni siquiera la intervención rápida de varias personas y de la ambulancia que acudió en su auxilio consiguió salvar su vida.
Duro palo, tremendo, ya no sólo para el equipo, sino para el pueblo. Aquellas lagrimas, sin embargo, se transforman hoy en alegría. Las vueltas del destino hace que ese conjunto roto en pleno invierno por la muerte de un ser querido se mute en una apisonadora, en un grupo de hombres que vuelve a llevar Somozas a la prensa. Ahora ya no son tristezas ni lloros, es un equipo que ha ganado sobre el terreno de juego el derecho a jugar en Segunda División B.
Palabras mayores. Dejan de ser un equipo de pueblo para entrar en la categoría de Bronce del fútbol español. El próximo curso ya no será pueblo contra pueblo. Habrá de visitarse otras provincias, otras comunidades autónomas. Plantillas más poderosas les esperan, la televisión en algunos partidos también. Sin embargo, hay algo que se mantiene. La ilusión del primer día.