Última actualización 29 enero, 2018 por Alberto Llopis
Otra más y no sabemos cuantas van ya, el fútbol base vuelve a llenarse de vergüenza tras lo ocurrido otra vez en un partido de niños, muy alejado del prisma del fútbol profesional. Esta vez fue un joven árbitro, apenas adolescente dando sus primeros pasos en el arbitraje, quien tras multitud de insultos por parte de los padres que estaban fuera del campo, acabó llorando desconsolado, derrumbado por la presión.
Mostrando así uno de los grandes problemas del fútbol base, el ejemplo que le dan a hijos, quienes por cierto en la mayoría de los casos, suelen tener más respeto y sentido común que sus progenitores cuando están sobre el campo. Al fin y al cabo solo son niños que quieren divertirse con lo que más les gusta, jugar al fútbol. El problema es el ejemplo que reciben de quienes tienen que ser sus referentes.
¿Cómo podemos esperar que se respete a los árbitros profesionales e incluso de categorías senior ‘amateurs’ si la gente no es capaz de entender que un árbitro, que es un chaval en formación, no pite como uno considera que es correcto? Porque pitar no es nada nada fácil.
Si desde pequeños los niños ven que esa actitud tan irrespetuosa como poco cívica no sólo es tolerable, sino que se fomenta, poco favor se le está haciendo a las sociedades futuras. Esperamos que poco a poco se pueda solucionar este tipo de situaciones en el fútbol base, que tiene que servir y en categorías inferiores sobretodo, para formar personas pero no pequeños ultras.