La conveniencia de apostar o no
En los últimos tiempos y con la entrada del nuevo milenio han proliferado el número de páginas webs que realizan apuestas sobre cualquier disciplina deportiva y, entre ellas, por supuesto, el fútbol. España y la liga española se han convertido en foco de los apostantes que deciden jugarse unos pocos o muchos euros (según el caso) a un partido o partidos determinados con el fin de ganar algunos euros de más.
Las apuestas han existido desde que el sur humano prácticamente existe pero con la aparición del deporte han aumentado su presencia en la sociedad. En el Reino Unido era fácil en el siglo XX apostar a carreras de caballos, de galgos, fútbol, rugby y otros tantos deportes. Lo mismo ocurría en España, donde el Turf representaba una forma de apostar al igual que tal consideración podía significar la realización de las quinielas, cuyo primer boleto data del día 22 de septiembre del año 1946.
Sin embargo, el auge de Internet provocó que a partir del año 2002 se multiplicarán las casas de apuestas y las opciones de los consumidores, que tenían a un simple click la opción de ganar o perder dinero. Un buen negocio para muchos que nos lleva a pensar: ¿hasta que punto son buenas las apuestas?
A favor de ellas está el hecho de ganar un sobresueldo, de divertirse y ponerle «picante» a un partido y de poder socializar a través de ellas con expertos o amigos. Incluso, gracias a ellas existen y se han creado no pocos puestos de trabajo como el de los «tipsters», especialistas y asesores en la materia que pueden llegar a ganar mucho dinero.
Pero como siempre pasa en cualquier ámbito o faceta de la vida, no todo son ventajas. El número de ludópatas va claramente en aumento y no son pocos los que han arruinado unos ahorros, propiedades o incluso una relación por culpa del juego. Además, a nivel deportivo se han descubierto no pocos amaños en encuentros en muchos países de Europa y han sido varias las mafias desmanteladas.
Existen una serie de leyes del juego que regularizan la situación (en España desde hace poco) pero es difícil predecir hasta qué punto son positivas en la sociedad. Por ello, esa es la pregunta que hoy planteamos: ¿deben eliminarse las apuestas?