Última actualización 6 abril, 2024 por Alberto Llopis
Cada fin de semana es habitual ver goleadas de escándalo en partidos de fútbol base, sea la federación que sea, sobre todo en las que afectan a los más pequeños, las de fútbol 8 o 7 según la comunidad y en las primeras etapas de fútbol 11. Es habitual ver partidos de 22,17,14 0 10 o a cero a uno o a los que sean pero siempre a mucha distancia de los ganadores, resultados que no hacen mucho bien a chavales con edades comprendidas entre 6-7 años y 12-14. La sangría aún es mayor si entran en liza los equipos de estas categorías cuyo club pertenece al fútbol profesional. Entonces aún es mayor la sangría.
Según la zona, los clubes de fútbol profesional tienen a sus canteras en lo más alto y sus goleadas a las escuelas más bajas de fútbol base son de auténtico escándalo. Podríamos sacar mil muestras pero quizás ninguna mejor que la ocurrida en la zona canaria, en concreto en Las Palmas de Gran Canaria donde un equipo alevín de la UD Las Palmas le metió nada más y nada menos que 47 a su rival. Esto en un partido que dura una hora aproximadamente. Un rival que ya llevaba 147 goles acumulados en muy pocos partidos.
¿En qué ayuda al fútbol base que hayan grupos con equipos con 100 goles en 10 partidos y otros con casi 200 encajados? ¿Tan difícil sería en todas las federaciones equiparar más los grupos, mirar los historiales de las escuelas y evitar que en partidos de categorías tan tempranas ocurran semejantes goleadas? ¿Está bien diseñado el fútbol base como tal, de verdad no se puede emparejar a las escuelas por su nivel? Es el eterno debate en este asunto que ya viene tiempo coleando pero que reincide en los mismos casos temporada tras temporada.