Última atualização 6 abril, 2024 por Alberto Llopis
La reciente muerte de don Raúl Cárdenas de la Vega –ocurrida el pasado 25 de marzo– confirmó la escasa memoria existente en el medio futbolístico mexicano, una especie de Alzheimer muy conveniente para un entorno en que se desconocen trayectorias y logros. Un mal añejo, casi genético, y que en plena era de la información y la tecnología, parece agravarse en vez de curarse.
Nada nuevo bajo el sol azteca, donde en ningún ámbito (deportivo, político, social, científico, artístico, etc.) los ciudadanos de este país retienen en su memoria a personajes y hechos importantes, no dándoles la importancia que se merecen. Es muy común escuchar o leer, por exemplo, críticas al por mayor sobre Hugo Sánchez, a quien se le “borran” por obra y gracia de este Alzheimer futbolero todos sus éxitos y logros en Europa en la década de los 80 y parte de los 90, bajo el pueril y miserable argumento de que “hablaba demasiado” y que era “demasiado ególatra”.
No pocas veces he preguntado a quienes aprovechando el anonimato parcial que ofrecen las redes sociales sostienen ese tipo de brillantísimos comentarios contra el delantero (que según ellos no puede ser considerado como un inmortal o una leyenda), si acaso éste anotaba sus goles con la boca o con la lengua, como para pretender demeritar lo que consiguió sobre todo en España.
Aparte: ¿quién de las grandes figuras del balompié (por no hablar ya de otros deportes) no ha sido –en mayor o menor medida– vanidoso o ególatra? ¿Quién puede mantenerse indiferente a los efluvios de la fama y afirmar que salió ileso en su tránsito por ella?
Es parte de lo que coloquialmente en nuestro país se le conoce como el “cangrejismo mexicano”, comparando esas actitudes de descalificación hacia los compatriotas exitosos con el comportamiento de los crustáceos marinos que se estorban unos a otros en el afán de salir de un encierro. El proceder conocido como “malinchismo” es una cuestión socio-cultural, que incluso fue abordada hace más de medio siglo por el escritor Octavio Paz (Premio Nobel de Literatura en 1990) en su célebre obra “El laberinto de la soledad”.
Y si bien “Hugol” es un caso representativo del rencor y encono, del rechazo y animadversión, de la envidia que puede provocar un mexicano en otro mexicano, hay otros ejemplos si no de egoísmo, sí de indiferencia hacia una trayectoria exitosa y sus conquistas:
El portero Antonio Carbajal fue el primer futbolista que disputó 5 Copas del Mundo, una hazaña que tardó 32 años en ser igualada. Mientras la “Tota” participó con la Selección Mexicana en los Mundiales de Brasil 1950, Suiza 1954, Suécia 1958, Chile 1962 e Inglaterra 1966, el alemán Lothar Mathaus alcanzó esa cifra hasta Francia 1998 (porque anteriormente había actuado en España 1982, México 1986, Itália 1990 y Estados Unidos 1994).
Porém, el exarquero y exdirector técnico vive hoy –próximo a cumplir los 87 anos de idade, el venidero 7 de junio– en la ciudad de León, Guanajuato, trabajando aún en su añeja vidriería y temperamental y bromista como ha sido siempre, sin que ninguna autoridad del fútbol nacional (excepto el Grupo Pachuca, creador e impulsor del Salón de la Fama) tenga a bien aprovechar su caudal de experiencias, su buena fe personal y su deseo de colaborar, para bien de este deporte.
Tuve el honor y el placer de realizar un reportaje a don Antonio hace unos años –para mi programa de TV– y al estar frente a él (previo insomnio la noche anterior) fue un shock, aún con todas las “tablas” que uno pueda tener dentro del periodismo deportivo. Esperándolo para la charla, mientras él terminaba de ver un juego de fútbol en una vieja y pequeña televisión, en el interior de su negociación, yo me repetía una y otra vez: “voy a entrevistar al primer jugador que disputó 5 Mundiales en el planeta”.
Pues el orgullo de tenerlo vivo y lúcido parecen no compartirlo quien ostentan el poder en el fútbol mexicano. A nadie parece importarle su existencia, nadie pretende sacar provecho de sus vivencias como futbolista y como entrenador, a nadie se le ocurre realizarle reconocimientos varios por todo lo que aportó a este deporte, cuando definitivamente su práctica era casi heroica, por la falta de recursos y de difusión con que se hacía.
¿Y qué me dicen de don Ignacio Trelles Campos? Considerado el mejor entrenador en la historia del fútbol nacional –con 16 títulos locales e internacionales–, conductor del Tricolor en 2 Copas del Mundo (Chile 1962 e Inglaterra 1966, con resultados muy positivos para la época, ya que en 6 juegos consiguió una victoria –la primera de México en estos certámenes, venciendo 3-1 a la postrer subcampeona Checoslovaquia–, 2 empates e 3 perdas), don Nacho es uno de los máximos referentes del fútbol en tierra azteca, pues pese a no tener una larga y exitosa carrera en las canchas, dirigiendo desde los banquillos se convirtió en el estratega más exitoso del país.
Hoy, sorprendentemente lúcido en su medio siglo de vida (cumplirá 100 años el 16 de julio siguiente), Trelles aún colabora como supervisor de fuerzas básicas del Cruz Azul, pero poco provecho se saca de su bagaje, sobre todo cuando estuvo al mando del representativo tricolor, en una época convulsa deportiva y políticamente.
Em ambos os casos, seguramente no faltarán los fatuos y hasta hipócritas “homenajes póstumos” cuando ambos personajes dejen esta vida, pero hoy se desaprovechan vilmente sus conocimientos y buena disposición para compartirlos.
Embora, claro, conociendo los valores morales y el desconocimiento e ignorancia de los dirigentes mexicanos, podría ocurrir también que como en el velorio y cremación de Raúl Cárdenas (actos ignorados por directivos de la Federación Mexicana de Fútbol y del Cruz Azul y del América –clubes que dirigió exitosamente–, y hasta por jugadores o ex jugadores), tampoco acudan a rendir honores a la “Tota” o al “Viejo Zorro”. Nada raro, finalmente, en un fútbol amnésico, inmediatista y cortoplacista como es el mexicano…