Última atualização 4 Setembro, 2013 por Julio Muñoz
Colgados por el Fútbol no podía dejar pasar uno de los grandes estadios del planeta: el Monumental de River. Ubicado en los que eran unos terrenos pantanosos junto al Río de la Plata dedicados al ganado, pocos podrían imaginar que sobre este estadio construido en 1938 por orden del entonces presidente del conjunto “millonario” Antonio Vespucio Liberti alcanzaría la cuota de popularidad de la que hoy en día hace gala.
Y es que hablar del Monumental es hablar de fútbol argentino, sudamericano, y por ende, mundial. Sede y casa de River Plate, su gran capacidad
(64.000 espectadores aunque se dice que se han llegado a meter 80.000) le permite también acoger los partidos de la selección argentina, pese a que no siempre sea ello bien recibido por los simpatizantes “xeneizes”, algunos de los cuales tienen por costumbre no pisar tan terreno hostil.
En este estadio, se han vivido grandes momentos y otros tan buenos. Sobre este césped, apareció la entrañable “máquina de River, aquel equipo compuesto por una delantera de ensueño como la que integraban Juan Carlos Muñoz, José Manuel Moreno, Adolfo Pedernera, Ángel Labruna y Félix Loustau que ganó varios campeonatos ligueros y decenas de partidos sobre los últimos minutos (eran también denominados los Caballeros de la angustia por marcar siempre en los instantes finales).
También aquel gran equipo que a mediados de los 90 paseaba su buen nombre por toda Sudamérica merced a nombres como los del Burrito Ortega, Hérnan Crespo, Germán Burgos o el el uruguayo Enzo Francescoli, durante años ídolo de la hinchada de River.
Y es que este estadio puede presumir de haber sido sede de hasta cuatro partidos de la final de la Copa Libertadores y también de cientos de partidos entre River y Boca, en lo que es el superclásico del fútbol mundial. Algunos muy destacados, otros con la figura de Maradona sobre el campo, y alguno que otro de no tan recuerdo positivo como el vivido el 23 Junho 1968, en el marco del torneo Metropolitano que acabó con 0-0, pero donde se produjo la peor tragedia en la historia del fútbol argentino, ya que tras finalizar el encuentro, los simpatizantes visitantes se encontraron con una trampa mortal en la Puerta 12, en un hecho difuso donde nunca se supo exactamente si la puerta estaba cerrada, si la policía reprimió y no dejó salir o si ambos factores se combinaron, pero que provocó que la presión de la gente que intentaba inútilmente retirarse, atrapara a cientos de personas entre avalanchas de público y provocó 71 muertos.
Claro, no sólo River ha vivido momentos mágicos en este recinto. También la selección argentina, que sin ir más lejos se coronó campeona por primera vez en su historia de un Mundial, el del 78, cuando vencieron a Holanda por 3-1 tras una intensa prórroga, en un campeonato donde el Monumental acogió otros ocho encuentros.
Templo sagrado también para Uruguay, al que parece que la cercanía del estadio con su territorio (los separa sólo el Río de la Plata) le trae buena suerte como así atestigua el haber ganado las dos Copas Américas disputadas en dicho recinto, la última de ellas en 2011.
Acogida de casi todos los grupos musicales de relevancia mundial en los últimos 50 anos, si algo destaca especialmente del Monumental es su público. Su hinchada, conocida como “los Borrachos del Tablón” presume de ser una de las más calientes y animosas de todo el fútbol internacional, lo que en ocasiones le ha llevado a ocasionar estampas bellas (como la marcha de 100.000 personas del Obélisco al Monumental para celebrar el centenario del club en 2001) y otras no tanto (asesinatos y violencia han sido a veces demasiadas protagonistas).
Aunque sin duda, el peor momento del estadio llegaría el 26 Junho 2010, cuando River empataría a 1 contra Belgrano consumando el descenso a la Primera División B del fútbol argentino por primera vez en su historia. Un hecho que originó graves daños en el estadio por parte de los propios seguidores locales.
Un mal recuerdo para un estadio que a sus 75 años aún puede seguir diciendo que es uno de los mejores del mundo, pese a que todavía está a las puertas de ser remodelado. Una reforma que, definitivamente, le dará un nuevo aspecto que eso sí, mantendrá la misma esencia de siempre.