Última atualização 6 abril, 2024 por Alberto Llopis
El terremoto de magnitud 7.1 que se azotó el centro de la República Mexicana, y que afectó a los estados vecinos de Morelos, México y Puebla, pero sobre todo a la capital del país, e também, obligó a la cancelación de todo espectáculo público –deportivo, artístico o político– en ésta urbe, y la suspensión del torneo de futbol local por espacio de una semana, tuvo consecuencias más allá de los daños físicos y humanos.
Por espacio de unos días, en las horas inmediatas a la catástrofe, fue esperanzador ver la reacción de la familia balompédica, que en un solo espíritu unió fuerzas a favor de la población damnificada, olvidándose de playeras, rivalidades y antagonismos.
Hubo muchas voces que polemizaron sobre la pertinencia de que volviera a rodar el balón en nuestras canchas, cuando aún hay autoridades y voluntarios intentando rescatar a seres humanos –vivos o muertos– bajo los escombros de las decenas de inmuebles que se derrumbaron por la fuerza del terremoto, el cual aconteció justamente 32 años después de aquel otro movimiento telúrico que puso en riesgo la celebración del Mundial México ’86, ele 19 Setembro 1985.
Por um lado, se consideró que, tomando en cuenta el efecto catalizador del futbol, el que se disputaran los partidos de la jornada 10 serviría como un bálsamo y además como un distractor para la población, cansada de malas noticias en un mes de septiembre negro, con huracanes, sismos, violencia y muertes por doquier.
Y por el otro, muchas voces opinaron que era inconcebible que hubiera actividad en las canchas, cuando aún hay autoridades y voluntarios intentando rescatar a seres humanos –vivos o muertos– bajo los escombros de las decenas de inmuebles que cayeron por la fuerza del sismo, y el ánimo nacional es de duelo.
finalmente, se decretó la suspensión de los encuentros programados en esa semana, pero independientemente de lo sano o no que fuese la reanudación del campeonato, hubo declaraciones de futbolistas que llevan a pensar que el protagonista principal de este deporte en nuestro país ha adquirido –y ojalá no fuera solo temporalmente por el shock de esta tragedia– una conciencia y un compromiso sociales como nunca se había visto.
De entre la verborrea típica (hipócrita e inútil) del gobierno, del lado de los jugadores de futbol hubo auténticas perlas declarativas que vale la pena rescatar: por exemplo, Edwin Hernández, mediocampista del campeón vigente Guadalajara, cuestionó en una conferencia de prensa: “Si se puede desviar el dinero para que gobernadores lo ‘desaparezcan’ y nadie se entera, ¿por qué no habría de poderse para ayudar a los damnificados por el terremoto?”
Y agregó: “Sería irme demasiado a cosas que no me corresponde decir… Como mexicano, más allá de ser jugador, creo que sería una excelente idea que los partidos políticos aporten a los afectados los recursos económicos que tienen destinados a sus campañas de proselitismo, y no nada más por lo que pasó (el sismo)… Si siempre se hiciera eso, unirse para ayudar a quien lo necesite, en México no habría tanta pobreza, todos tendrían una vivienda digna, mejores salarios… En lugar de gastarse el dinero en basura, porque las campañas al final solo dejan basura en las calles, seríamos un mejor país. Hablando como mexicano, sería una excelente idea hacer todo eso”.
Puntualizó: “Que no nos vengan con cuentos que digan que no se puede (donar recursos de las campañas políticas). Porque si se puede para otras cosas como pasó con un gobernador que se llevó tanto dinero y nadie se dio cuenta, ¿cómo no se va poder ayudar a la gente?”.
A diferencia de sus compañeros de profesión, el “Aris” fue más allá, al plantear que el receso futbolero fuera mayor: “es difícil hacer como si nada hubiera pasado, retornar al campo de juego y dar lo mejor de sí…. lo mejor sería parar hasta un mes para sanar las heridas” de lo que sucedió.
Pero sin dudas, quien se llevó los aplausos fue el defensa paraguayo de los Pumas de la UNAM, Gerardo Alcoba: “A veces el futbolista está en una burbuja que no ve realmente los problemas que pasan en la sociedad y cuando suceden este tipo de cosas, lo vemos y es una cachetada decirte, ‘te tienes que comprometer un poco más’ (con la ciudadanía), pero tengo muchísima fe, mucha esperanza de que saldremos de esto”.
El capitán auriazul añadió: “Esto nos dio una cachetada fuerte; no sabemos si dormir para jugar el miércoles, no descansar y seguir ayudando a la gente, no sabemos qué hacer. Llegas a tu casa y quieres tomar una siesta, pero hay muchas cosas por hacer. No estamos concentrados en reanudar la fecha el miércoles, lo vamos a hacer, es nuestro trabajo, pero no vamos a mirar a un costado”.Nada más cierto, en un deporte que en México alcanza niveles de religión demenciales y que hacen que el futbolista viva alejado de su realidad, en un nicho de falsa popularidad, “inflado” por los medios de comunicación, en otra dimensión, ajenos a la afición, a quienes “driblan” para no atender en las concentraciones, en los estadios y en sitios públicos, ignorando que de ella, precisamente, sale su generoso sueldo, sus premios y sus privilegios.
Aparte de la “metralla” lanzada por el zaguero guaraní, destaca también el gesto de Javier Hernández y de Miguel Layún, seleccionados nacionales que juegan en Europa y que unieron fuerzas para recaudar fondos y víveres en una iniciativa que, desde o 20 de septiembre, denominaron “#YoXMéxico”, además de apoyar a organizaciones que por su cuenta estaban apoyando a los damnificados por el terremoto. La meta inicial era reunir 200 mil dólares, pero como se llegó a la cifra en pocos días, la aumentaron a 500 mil.
Otro jugador extranjero –si bien ya nacionalizado mexicano–, el argentino Mauro Boselli, mostró su compromiso con el país que lo adoptó y aunque ya había colaborado en la colecta de víveres organizada por su club, el León, la cual en tres días logró recaudar más de 200 toneladas de productos para ayudar, vende, en colaboración de la firma alemana Puma, playeras iguales a las que mostró el día que anotó su gol 100 en la Liga Mx, ante Pachuca el pasado 16 de septiembre, las cuales tendrán un costo de 250 pesos, y cuyos fondos serán entregados también a favor de los afectados por el sismo.
Llamó mucho la atención que una de las rivales más encarnizadas del balompié azteca, la de Guadalajara y Atlas, en el occidente de la República, quedara atrás por unas horas, ya que el jueves 21 integrantes de ambas escuadras se reunieron en un centro comercial de la capital de Jalisco para recaudar lo necesario para las personas afectadas tras el sismo, desde víveres hasta herramientas, pasando por medicamentos y hasta croquetas para perros y gatos.
Aunque sabemos que estas acciones son temporales y que más temprano que tarde el futbol nacional volverá a su andar normal –con trapacerías y tonterías directivas, irresponsabilidad de los jugadores, mezquindades tácticas en los entrenadores, errores arbitrales, violencia en las tribunas y poca objetividad y análisis en el periodismo–, por hoy bien vale la pena reconocer que, ante el impacto –no solo en la corteza terrestre, sino en el ánimo de cada uno de nosotros– del terremoto del día 19 (al que habría que agregar el que cimbró el jueves 7 al sur del país, con una intensidad de 8.2, que asoló sobre todo a los estados de Chiapas y Oaxaca) provocó una toma de conciencia y una unión pocas veces vista en la familia del balón, a tal grado que a casi nadie le importara que éste dejase de rodar durante algunos días.