Última actualización 3 marzo, 2013 por Alberto Llopis
El Real Madrid ganó 2-1 al Barcelona en el peor clásico de todos hasta la fecha. Fue un encuentro raro, atípico, con el sol deslumbrando el césped, con dos equipos que apenas se jugaban nada. Uno por el ser virtual campeón, y otro por pensar en otras competiciones. Un partido donde empezó marcando el Real Madrid en el minuto 5 merced a un gol de Benzema que aprovechó un gran pase de Morata y la parsimonia de la defensa culé para batir a Valdés.
Un gol que sirvió para adelantar a los madridistas y para demostrar que la línea defensiva blaugrana sigue haciendo aguas, como demuestra el hecho de haber encajado durante 14 encuentros consecutivos. Y un tanto que valió para espolear a los visitantes, que en el 18 empataron con un tanto de Messi, quién aprovecho en profundidad un buen pase de Thiago, sustituto de Xavi. Un gol, que permitió al argentino ser el jugador que más goles ha metido en un clásico, empatado con otra leyenda como Di Stefano.
A partir de ahí, la zozobra y el horror. El Barcelona tocó y tocó hasta desesperar, tal vez porque Messi es más un problema que una solución, al hacer que no haya 9 en el campo (ya pasará esta absurda moda) y que apenas haya capacidad goleadora, y el Madrid se replegó atrás como equipo pequeño esperando una contra de un Ronaldo que salió en la segunda parte, pero que no tuvo esta ocasión acierto de cara a puerta.
Sólo un postrero tanto de Sergio Ramos sirvió para desequilibrar la balanza y dar al Madrid un nuevo triunfo y un nuevo quebradero al Barcelona, que deberá pensar en cambiar la fórmula de la Coca-Cola y jugar como siempre se hizo: con un delantero centro. Lo tiene en Villa, pero lo usa de extremo. Una pena.