Última actualización 6 junio, 2022 por Alberto Llopis
Manolo Preciado falleció el 6 de junio de 2012. Hoy hace justo 10 años que nos dejaba uno de los entrenadores más carismáticos, llanos y auténticos que habían en este cada vez más poco romántico mundo del fútbol. Normalmente cuando la desgracia se ceba con alguien de este mundillo suele impactar pero en este caso en concreto, por tratarse de quien es, dolió, porque en el mundo del fútbol hay pocos, poquísimos como era él.
Manolo Preciado dejó huella por donde pasó
Manolo Preciado era un tío de los de a pie, honrado, cercano, honesto y que no se callaba lo que pensaba. Fue capaz de pararle los pies a todo un Mourinho, hasta el punto que éste, acabó casi admirando al bueno de Manolo. Lo mismo que hizo en su Racing de Santander, donde había sido jugador. Allí. se enfrentó a un personaje como Dimitri Piterman. Éste quería una marioneta y con Manolo Preciado lo tenía difícil. Cambió dinero por dignidad, algo difícil en el mundo del fútbol y del ser humano en general.
Empezó su carrera como entrenador en la Gimnástica de Torrelavega y pasó muy fugazmente por el Murcia pero donde más lo recuerdan es en dos sitios aparte de en Santander: Gijón y Valencia. En esta última ciudad el bravo técnico cántabro había encontrado su segunda casa tras su paso por el Levante. En el domicilio que poseía, en una zona de playa cerca de la ciudad fue donde dejó este mundo. Allí se preparaba para ser presentado al día siguiente por el Villarreal, club que lo había firmado ese mismo día.
Manolo Preciado forjó su leyenda sobre todo en el Levante y en el Sporting de Gijón, en 2004 y en 2008. Al Levante lo ascendió después de 41 años. En la casa “granota” ya era un héroe, aquel día 6 de junio de 2012, pasó a ser un mito. En Gijón ascendió al equipo hasta la máxima categoría. Después lo mantuvo con milagro incluido durante dos temporadas hasta que fue cesado injustamente. En tierras asturianas y con todo merecimiento Manolo Preciado es una leyenda. Tanto que hasta tiene una estatua.
No necesitó entrenar a un ‘grande’ para dejar su huella
No entrenó a ninguno de esos que llaman grandes, pero jamás le hizo falta para ganarse el respeto y el cariño de todo el mundo del fútbol, porque él ya era suficientemente grande, auténtico, un luchador pese a todo. Al pobre le persiguió la fatalidad en menos de una década. Hace unos años fallecía su esposa, después uno de sus dos hijos perdía la vida en un accidente y su padre también fallecía de manera fatal en un accidente. Aquella noche de hace cinco años, la leyenda negra se lo llevó a él por delante. Maldita e injusta vida. Mítica, recordada y marcada como una lección de vida quedó su frase más conocida.
“La vida me ha golpeado fuerte. Podía haberme hecho vulnerable y acabar pegándome un tiro, o podía mirar al cielo y crecer. Elegí la segunda opción”. Manolo Preciado (1957-2012)
No sabemos lo que hay detrás, lo que ocurre cuando dejamos este mundo, si hay una vida mejor o la nada más absoluta, pero seguro, que si hay algo, que si existe un mundo paralelo a éste y hay fútbol, Manolo estará preparando ya un equipo aguerrido, con carácter, como él. Un hombre que nunca necesitó un título para ser admirado. Manolo Preciado siempre eterno, siempre grande.