Última actualización 11 diciembre, 2020 por Alberto Llopis
Para llegar al inicio de la Guerra de los Balcanes tenemos que irnos a principio de los 90. Fue un conflicto bélico, desgarrador, en pleno corazón de Europa y ya en los albores del siglo XXI. Esta guerra civil de la vieja Yugoslavia, marcó a muchas generaciones de hoy en día y acabó con un país partido en muchos países. Pero la tensión ya se venía mascando desde hacía tiempo y eso pudimos verlo el día en el que una patada y un partido de fútbol, tuvo un significado político marcado, muy marcado.
El partido que presagió el inicio de la Guerra de los Balcanes
Fue un 13 de mayo de 1990, una semana después de celebrarse en Yugoslavia las primeras elecciones regionales democráticas y de que saliera el nacionalista Franjo Tudjman como el más votado. Tenían que jugarse más de media liga el Dinamo de Zagreb y el Estrella Roja de Belgrado. Independentismo contra centralismo. Dos hinchadas enfervorecidas frente a frente, más aún cuando llegaron desde la capital yugoslava más de 3.000 almas dispuestas a calentar el derbi por excelencia balcánico.
Unos prolegómenos bastante caldeados que se encienden más cuando se empiezan a oír gritos de Zagreb es Yugoslavia o cuando se escucha «Mataremos a Tudjman». De nada importa que el partido no haya empezado todavía, que estrellas de ambos equipos como Suker, Prosinecki, Peternac Stojkovic, Savicevic, Stosic o Pancev estén calentando.
De pronto, los Delije (aficionados del Estrella Roja) comienzan a subir hacia las gradas superiores, donde también había algunos aficionados del Dinamo de Zagreb, y vuelan las sillas y los navajazos. Es el inicio de una contienda, de una batalla campal donde los cuerpos y fuerzas de seguridad pierden el norte. La policía, sorprendentemente, carga contra los croatas, usando sin ningún tipo de reparo mangueras de agua y gas lacrimógeno. Lo que provoca que el resto del estadio invada el césped y corra a la caza de los serbios mientras los jugadores del Dinamo se van a vestuarios y los del Estrella Roja salen en helicóptero.
La patada que dio inicio a la Guerra de los Balcanes
Fue un algo más que una patada, que un simple gesto. Fue una reivindicación, una lucha política y social trasladada a un campo de fútbol. Una amplificación mundial de algo que venía sucediendo desde hace ya un tiempo en un país aparentemente unido pero en realidad troceado en mil pedazos. Ocurrió ese día y podría decirse que fue el inicio de la Guerra de los Balcanes.
En mitad del jaleo, un hombre de exquisita técnica dejó una imagen para siempre. Se trataba de Boban, futura estrella del AC Milan de Sacchi, que decide acudir al socorro de un aficionado de su Dinamo de Zagreb que está siendo sacudido sin piedad por dos policías. Sin pensárselo, se lanza sobre él y le pega una patada que sirve para disuadir a las autoridades del vapuleo que le estaban dando al individuo en cuestión.
El estadio, testigo de la acción, lo celebra, lo acoge como un héroe. Rápidamente es elevado a la categoría de ídolo nacionalista, de símbolo de la resistencia. Es el inicio de la Guerra de los Balcanes que empezará con armas de fuego en apenas dos semanas. De eso nadie tiene duda.
Un relieve de bronce situado en el estadio Maksimir croata, en el que se representa a aficionados transformándose en soldados, y bajo los cuales reza una inscripción: «Para los seguidores del equipo, que comenzaron la guerra con Serbia en este estadio el 13 de mayo de 1990» lo recuerda para siempre. Nunca el fútbol significó tanto para un pueblo como el croata, que curiosamente ocho años después ya era la tercera potencia futbolística del mundo en el Mundial de Francia 1998, con Boban al frente. Como no podía ser de otra forma.