Última actualización 5 abril, 2024 por Alberto Llopis
El Premundial constituyó un torneo cuyo formato fue semejante a lo que hoy en día es el hexagonal final de la CONCACAF. Por aquellos años se disputaba a una sola sede, y la edición de 1981, se llevó a cabo en Tegucigalpa, capital hondureña. Aquel campeonato celebrado en el mes de noviembre, tuvo como participantes a los dos primeros lugares de la zona de Norteamérica: México y Canadá; los dos primeros de la zona de Centroamérica: Honduras y El Salvador; y los dos primeros de los grupos A y B de la zona del Caribe: Cuba y Haití.
Aquel Premundial, no sólo tuvo importancia en el estricto sentido deportivo. sino que también significó una estrategia para satisfacer los intereses políticos de algunos de los países participantes. Se podría decir que en su mayoría, las naciones que tomaron partido en la eliminatoria, estaban bajo el mandato de dictaduras (algunas de ellas sombrías), las cuales (no todas), se abrazaban y hermanaban bajo ideologías comunes. No obstante, en el terreno de juego dejaron de respetarse, apelando al nacionalismo como arma para la búsqueda de la hegemonía deportiva. A continuación se desglosa el perfil sociopolítico de cada uno de los equipos participantes.
Honduras: El anfitrión, atravesaba por una dura situación socioeconómica. En 1982 (año mundialista), el país efectuaría elecciones. Se vaticinó que la victoria de la selección catracha en el torneo, podría traducirse de forma literal en la reelección del gobierno militar, encabezado por el General Policarpo Paz García. El Premundial constituyó un elemento altamente alienatorio para el pueblo hondureño e hizo que sus habitantes perdonaran, o al menos se olvidaran momentáneamente de todas las infamias cometidas por el gobierno vigente. Aunque en las citadas elecciones no triunfó Paz García, sino Roberto Suazo Cordova (funcionario civil), poco importó a los miles de hondureños lo que hiciera o dejara de hacer su gobierno en aquel momento preciso y durante el Mundial.
Al final del día, la Selección de Honduras obtuvo el título del Premundial y la clasificación a España. Flanqueada por sus grandes figuras: Chelato Ucles, Gilberto Yearwood (Considerado el mejor futbolista de la historia en Honduras), Anthony Costly y Primitivo Ramón Madariaga, Honduras arrasó en la eliminatoria, pero la historia fue muy distinta en la Copa del Mundo, en donde fue sotanero de su grupo.
El Salvador: La junta militar de José Napoleón Duarte, gobernaba aquel país hacia 1981. Al mismo tiempo, Duarte se enfrentaba en una cruenta guerra civil en contra del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), una organización socialdemócrata de corte marxista-leninista. Esta conflagración, que se extendió hasta 1989, dejo miles de muertos, en un país dividido por las ausencias, tanto de la democracia, como del estado de derecho. En la esfera política exterior, los gobiernos de Honduras y El Salvador eran análogos y llevaban buena relación. Parecían muy alejados de aquellos conflictos sociopolíticos de la década anterior (Particularmente la llamada “Guerra del Fútbol”).
Pero,en el terreno futbolístico la circunstancia seguía siendo hostil. En la cancha de juego y en las tribunas, los enfrentamientos entre hondureños y salvadoreños representaban una verdadera bomba de tiempo, que a final de cuentas no acabó por detonar. La “Selecta”, terminó por clasificar a España 82, como subcampeón del certamen, de la mano y el virtuosismo de Jorge “Mágico” González. Esta proeza, pudo detener por algunos días (incluidos los días del Mundial) la guerra de guerrillas que aterrorizó al pueblo guanaco durante casi una década, pero los militares mostraron su dote de arrogancia y presunción, luego de la victoria ante México.
En España 82, El Salvador fue víctima de Hungría, quien le propinó la mayor goleada en la historia de las Copas del Mundo, al recibir diez goles por uno de diferencia. Acabó último de su sector, al igual que de la clasificación en el Mundial español.
México: La Federación Mexicana de Fútbol (fiel a su costumbre), invirtió cerca de 500 millones de pesos para la eliminatoria en Centroamérica. En una era de difícil recesión económica y crisis sociopolítica, una inversión así parecía incongruente e incomprendible, pero el fútbol se situaba como el principal distractor social y había que utilizarlo como método de alienación. Ya desde esos años, la Federación mantenía su contubernio con la prensa ligada a la dictadura civil, que para entonces, llevaba cerca de 52 años en el poder político.
En ese controvertido 1981, el gobierno de José López Portillo prometía a sus habitantes, la construcción de un tren de alta velocidad que correría desde la Capital, hacia la ciudad de Toluca. Los presupuestos se malgastaban arbitrariamente, justo en un periodo de condiciones de pobreza insostenible; al mismo tiempo se paladeaba la Fórmula Uno, como una competencia cuya inversión traería ganancias, no solo para los patrocinadores, sino para el desarrollo del Distrito Federal y del país entero, lo cual no ocurrió. Estos hechos significaron una ventana paradigmática (que curiosamente se vuelve a repetir en la sociedad mexicana actual).
A final de cuentas, el mediocre desempeño del Tri se tradujo en la sorpresiva eliminación. El fracaso de una selección sobrevalorada (con Hugo Sánchez, como el estandarte verde y flamante contratación del Atlético de Madrid) que sólo consiguió un triunfo, ante Cuba; una derrota, ante El Salvador; y tres empates, desató la ira de políticos ensoberbecidos que buscaron absurdamente expropiar al fútbol. En consecuencia, la inversión de patrocinadores y directivos se hizo migajas y el fútbol terminó por no lograr ocultar los abusos y excesos del gobierno.
Canada: Gozaba de un periodo de estabilidad en aquellos años. El gobierno estaba a cargo del liberal franco-canadiense Pierre Elliot Trudeau quien desde 1968 gobernó el país en dos periodos, sin caer propiamente en un gobierno dictatorial. Durante este gobierno de corte progresista, el deporte representó un coto de cultura y fomento a la educación. En el terreno político, se liberalizaron la inmigración y la equidad en el uso de los idiomas oficiales (Inglés y francés). Democráticamente, Trudeau perdió las elecciones en 1979 contra los conservadores encabezados por Joe Clark, quien hizo válida su incapacidad frente al parlamento.
Este hecho propició la prematura vuelta de Trudeau al frente del poder en 1980. Para el año mundialista (1982) logró unificar a las provincias angloparlantes, al emitir una constitución no aprobada por Quebec, territorio que buscaba su soberanía. A pesar de que las políticas canadienses de 1981 eran progresistas, el progreso futbolístico no fue el óptimo. “Los del País de la Hoja de Maple” terminaron en cuarto lugar del Premundial, con una derrota, tres empates y una victoria, logrando el mismo número de puntos que México, menos la diferencia de goles. Su ansiada clasificación a una Copa del Mundo la lograron hasta 1986. Por entonces tuvieron que conformarse con sus victorias deportivas en hockey sobre hielo y demás deportes invernales.
Cuba: Fidel Castro, de ideología completamente opuesta a todas las otras naciones, en 1981, llevaba a la sazón veintidós años en el poder. Gran parte de la población tenía un arraigado sentido de pertenencia hacia el gobierno comunista, que venía de celebrar elecciones parlamentarias un mes antes del Premundial. Otros miles, se desplazaban a diversos países, buscando el exilio del comunismo, principalmente en Estados Unidos. En febrero de aquel año, miembros de la milicia cubana asaltaron la embajada ecuatoriana en La Habana, tomando por rehenes al embajador, su consejero y una empleada administrativa, como represalia por brindar asilo político a un grupo de cubanos anticomunistas asentados en Ecuador.
La situación desacreditó más a aquella nación luego del bloqueo impuesto por los capitalistas en 1960. Además, el país se reponía de una epidemia de dengue hemorrágico que azotó a la población y que dejó cerca de 300 mil casos y alrededor de 200 víctimas mortales. No obstante, poco importó al gobierno castrista el débil resultado de su selección, que ocupó el quinto lugar del certamen. La justificación pudo ser que el fútbol no se consideraba en la isla como deporte nacional, lo que suscitó el poco interés del pueblo cubano. Probablemente si hubiese sido el béisbol el deporte en cuestión, estaríamos hablando de un contexto muy distinto.
Haití: En aquel país, el futbol también se tomaba como un distractor para la población urbana, en aras de los intereses gubernamentales, en particular en la capital, Puerto Príncipe. La población multiplicó cuatro veces su número de habitantes en un lapso de 20 años, lo cual alentó aún más la pobreza en el país. Aún reinaba el yugo de aquellos veintidós años de dictadura Duvaleriana, iniciada por Francoís en 1964 y sucedida por su hijo Jean Claude, hasta 1986.
Probablemente la clasificación al Mundial de España sería vista como la cortina de humo necesaria para tapar la cloaca bajo la cual estaba inserto el país caribeño. No obstante, el endeble desempeño futbolístico de la “nación del vudú” acabó por sucumbir en la justa, con sólo dos empates y tres derrotas. Las injusticias sociales prosiguieron por otros cinco años y Haití nunca más revivió las glorias de aquel boleto mundialista, conseguido en casa en 1973.