Última actualización 15 noviembre, 2021 por Alberto Llopis
El mundo del fútbol no para de sorprendernos, sobre todo en lo que a materia de estadios se refiere. No dejamos de ver campos novedosos, impactantes y que albergan funcionalidades que décadas atrás parecían impensables. Pero, de entre todas ellas, la más impactante es quizás la que caracteriza al campo ‘Morro da Mineira’, ubicado en un humilde barrio de Río de Janeiro.
Esta instalación, como se suele decir, se ‘ha pasado el juego’ si hablamos en clave de energía del deporte, ya que es capaz de producir energía eléctrica gracias a la actividad de los jugadores sobre el terreno de juego. Dicha electricidad se destina a la iluminación del mismo. Sin duda, esto es una auténtica pasada.
Su origen
En Morro da Mineira, al igual que en otras muchas favelas de Brasil, mantienen una clara preocupación por los más jóvenes. Es por ello que de forma constante se buscan soluciones para evitar que los más pequeños acaben guiando su vida por un mal camino. La gran parte de estas soluciones llegan en el ámbito de la educación y del deporte, especialmente del fútbol.
Sin embargo, Morro da Mineira contaba con un campo en muy mal estado y donde la práctica deportiva como forma de ocio era totalmente inviable. Por eso, cuando consiguieron los recursos suficientes no dudaron en reformarlo, además incluyendo un detalle diferente al resto y que les hace estar más que orgullosos.
De este modo nació el primer campo de fútbol que se ilumina gracias a la energía que producen los futbolistas al correr.
El encargado de inaugurarlo, allá por el 2014, fue nada más y nada menos que un icono del fútbol brasileño como Pelé.
Funcionamiento
El campo de Morro da Mineira se puede catalogar como un estadio de última generación.
En su suelo alberga una cantidad cercana a las 200 placas cinéticas que aprovechan las pisadas de los jugadores mientras corren para generar energía. Algo nunca visto hasta entonces.
Se estima que esa energía que producen estas baldosas aporta entre el 20 y el 40% de le energía eléctrica necesaria para iluminar correctamente el césped. El resto procede de unos paneles solares situados alrededor del campo.