Última actualización 22 julio, 2023 por Alberto Llopis
La historia del partido de fútbol que paró la Primera Guerra Mundial es sin duda una de esas que todo el mundo debe de conocer. A lo largo del tiempo hemos visto como el balompié ha servido de elemento de cohesión entre pueblos, países e ideologías totalmente enfrentadas. Eso mismo llevado a su grado extremo ocurrió un 24 de diciembre de 1914. En plena Primera Guerra Mundial, la localidad belga de Ypres era testigo de una batalla terrible entre alemanes e ingleses, cada uno defendiendo sus intereses a través de sangre y lágrimas pero poco sudor pues las temperaturas raramente sobrepasaban los valores positivos.
Enfermedades, heridos, compañeros muertos a manta eran el caldo de cultivo de una guerra que acababa de empezar pero que ya extendía por media Europa y comenzaba a dar algunos trazos de la crueldad con la que se resolvería. Con británicos y germánicos enfrentados, lo que parecía imposible fue posible para alegría de muchos. Los disparos, las balas, los tanques dejaron paso a la tregua, la paz (aunque momentánea). ¿El culpable? Mejor dicho los culpables, dos: el fútbol y la navidad. La víspera de Nochebuena era algo diferente en ambos bandos y ello se vivió pronto en el ambiente.
El partido de fútbol que paró la Primera Guerra Mundial por Navidad
El día 24 ambos países adornaron sus trincheras, sus cuarteles de emergencia y lo hicieron a base de villancicos, de canciones, de cartas y fotos de sus seres más queridos. Alemanes entonando sus mejores versiones navideñas, ingleses entonando emotivas melodías eran la postal de dos bandos a los que apenas les separaba 40 metros y mucho odio de por medio.
Sin embargo, en ese momento con la música, la Navidad de por medio, un valiente soldado británico de nombre tuvo la idea de presentarse en son de paz al cuartel germano advirtiendo que no había franceses en sus filas, lo que propició que un oficial alemán le regalara seis cigarrillos y una tableta de chocolate. Y lo más importante, el compromiso de celebrar tan entrañables fechas a través de un partido de fútbol que supliera por un día los tiros de varios meses.
Dicho y hecho, apenas unas horas después el partido se produjo. El césped fue un imprevisto helado pasto de los campos belgas, las porterías los cascos de los soldados, la duración del partido apenas una hora. No hubo árbitro, ni «jogo bonito» (los pases largos fueron la tónica) y los uniformes de lo más curioso, tanto que por el equipo británico el fuerte aire levantaba sus faldas escocesas.
Dicen que los alemanes ganaron el partido por 3-2 pero quizás eso no fue lo más importante, sino el hecho de que el fútbol consiguió parar aunque fuera transitoriamente una guerra cruel y sangrienta como ninguna otra lo había sido hasta la fecha.
Cien años después, la UEFA celebró tal acontecimiento en la citada localidad belga de Ypres e incluso la Premier League ha decidido construir un estadio en honor a lo vivido en aquel 24 de diciembre de 1914.