Última actualización 8 diciembre, 2022 por Alberto Llopis
A principios de los años 90, Yugoslavia era un potencia futbolística. Por sus filas deambulaban jugadores como Boban, Savicevic, Stojković, Prosinecki o Pancic. Una generación llena de talento que alcanzaba los cuartos de final del Mundial de Argentina y que alimentaba a una de las ligas más poderosas de Europa, la yugoslava, generadora de enormes equipos como el Partizan de Belgrado o el Estrella Roja de Belgrado, campeón en 1991 de la Copa de Europa.
Equipos talentosos, aguerridos y sobre todo, competitivos eran la tarjeta de presentación de una liga que dividía al país entre croatas, serbios, eslovenos y macedonios. Sin embargo, una temible guerra interna que acabó con la desintegración de Yugoslavia acabó con esa poderosa liga y abrió paso a campeonatos más pequeños que se ajustaban a las fronteras de los nuevos estados.
Motivo de orgullo al principio para los nacionalistas, pronto las ligas eslovenas, croatas y serbias, principalmente empezaron a notar que la guerra no sólo había devastado miles de vidas, sino también su fútbol. Los equipos se volvieron menos poderosos, las ligas se tornaron poco competitivas y la afluencia a los estadios bajó hasta límites insospechados. En Eslovenia, sólo el Olimpia de Ljubiana es capaz de meter asiduamente más de 2000 personas, en Croacia sólo el Dinamo de Zagreb y el Hadjut de Split se salvan de la quema y algo parecido ocurre en Serbia, donde sólo el Estrella Roja es capaz de meter más de 10.000 espectadores en sus partidos.
Panorama desolador, a río revuelto ganancia de pescadores que suele decirse. Los equipos extranjeros salen favorecidos pudiendo encontrar gangas en forma de jugadores jóvenes talentos pero a precios asequibles al no ser muy conocidos a nivel internacional. Sin embargo, todo estos problemas pueden tener los días contados. ¿Por qué? En 2015, habrá casi con total seguridad, liga yugoslava. Sí, como lo leen.
Tras dar la UEFA luz verde a la idea presentada por todas las federaciones, la vuelta el próximo año de la liga yugoslava es ya una realidad a falta de cerrar muy pocos flecos. La idea es empezar en la temporada 2015-16 y contar con equipos eslovenos, macedonios, serbios, montenegrinos, croatas y atención: búlgaros y húngaros.
Y es que Bulgaria y Hungría también se encuentran en situaciones de claro estancamiento de sus campeonatos nacionales y han optado por unirse a una liga que busca el renacer de fútbol balcánico y de Europa del Este. La idea es crear un torneo muy competitivo, donde los equipos se potencien, los jugadores se queden en el país y la gente acuda a los estadios. Por supuesto, son muchos los que odian este proyecto reunificador, pero otros muchos también ven en esta liga la oportunidad de unir a pueblos hermanos mediante el fútbol y el deporte.
En Baloncesto, la liga Adriática es una realidad desde hace unos años, si bien no da acceso a Europa, algo que sí daría la nueva liga. Nadie sabe como saldrá la idea, pero está claro que de confirmarse, la vuelta de los equipos yugoslavos al primer plano competitivo sería un hecho. Y eso haría temblar a españoles, alemanes e ingleses, muy tranquilos sin los rivales de antaño.