Última actualización 5 abril, 2024 por Alberto Llopis
Existe una curiosa paradoja alrededor del fútbol. Sí, curiosa porque este deporte es tan enormemente universal que, a su vez, se vuelve particular. A lo largo de la historia y la evolución del balompié, hemos asistido a la creación de distintos puntos de vista que discrepan, en muchas ocasiones, en la forma y la manera en las que se trabajan y se enfoca este juego.
Actualmente, somos capaces de asociar a equipos, selecciones e, incluso, ligas y países enteros con una determinada filosofía futbolística. Alemania con su fútbol físico y tenaz, Inglaterra con esa verticalidad y juego directo, o la propia Italia basada en los férreos sistemas defensivos como arma más letal. Pero, sin duda, es Holanda quien se lleva la palma.
Desde hace años, los tulipanes han leído y entendido el fútbol de otro modo. Donde la supremacía del resultado final era la ley imperante, ellos comenzaron a vislumbrar que no solo era importante el producto, sino también el proceso. El jugar bien debe de ser una premisa. Cruyff, uno de los mejores de todos los tiempos, fue el mayor exponente de este dogma. La ya famosa ‘Naranja Mecánica’ y aquel Ajax de las décadas de los 70 y 90 nos hicieron vibrar, dejando un poso más que profundo en la liga holandesa, la cual se ha convertido en una fuente inagotable de nuevos talentos, sobre todo en lo que a la parcela ofensiva se refiere.
Y es que Holanda lleva años obsequiando a Europa con jóvenes delanteros que terminan por convertirse en estrellas mundiales. Es lo que tiene el criarse y crecer rodeado de un fútbol puramente ofensivo y asociativo, en el que la figura del punta no es la de un mero rematador o 9 al uso, sino que va mucho más allá.Muchos son los ejemplos de nuevos delanteros que han comenzado a dar enormes muestras de su potencial en territorio tulipán:
– Romario. El brasileño llegó al PSV en 1988 tras deslumbrar en el Vasco de Gama brasileño. Sus 165 goles en 163 partidos, ¡ahí es nada!, le valieron para conquistar tres ligas y dar el salto al F.C. Barcelona.
– Ronaldo Nazario. El que para muchos es considerado como el mejor delantero centro de todos los tiempos, siguió la estela y pasos de su compatriota Romario. A pesar de su enorme juventud, Ronaldo maravillaba en Brasil y consiguió llegar el Mundial de Estados Unidos (1994) donde se proclamó campeón. De nuevo, y visto lo ocurrido temporadas atrás con Romario, el PSV no dudó en hacerse con sus servicios. El nuevo crack brasileño disputó dos temporadas en el club en las que dejó un bagaje de 42 tantos en 46 encuentros, que le permitieron también coger el puente aéreo dirección a “Can Barça”.
– Ibrahimovic. El Ajax lo tuvo claro, aquel joven que lo daba todo en el Malmö debía jugar en el equipo. De este modo, Zlatan Ibrahimovic se descubrió ante los ojos de Europa en una liga holandesa en la que marcó diferencias y dio muestras de ser ese delantero cuyas cualidades no han sido vistas en ningún otro. Cuatro temporadas, desde 2001 hasta 2005, le valieron al bueno de Ibra para marcharse a la Juventus, seguir alimentando su potencial y llegar hasta lo que es hoy: uno de los mejores futbolistas del viejo continente.
– Luis Suárez. El charrúa es una de las últimas joyas que ha mostrado Holanda. Una historia llena de esfuerzo y lucha por conseguir un sueño llevaron a un joven Luis Suárez a abandonar su Uruguay natal y fichar por F.C. Groningen holandés para posteriormente recalar en las filas de un Ajax donde explotó. Casi un lustro vistiendo esa camiseta de la que fue capitán, anotó 111 goles en 159 apariciones y se marchó a la Premier dejando una Liga, una Copa, una Supercopa y un recuerdo imborrable.
Estos son solo algunos de los enormes jugadores atacantes formados en el fútbol holandés, que seguro seguirá dando muchos frutos más.