Última actualización 8 diciembre, 2012 por Julio Muñoz
Espanyol y Sevilla empataron a dos en el adelanto de la 15ª jornada de la Liga BBVA. Pero quizás, lo más destacado no fue el resultado, sino la bochornosa actuación una vez más de Muñiz Fernández, el árbitro más mediático de la Liga y posiblemente uno de los peores también.
El conjunto andaluz empezó mandando en Cornellá-El Prat. Sin embargo, en las pocas ocasiones de las que disfrutó el Espanyol llegó el premio para el equipo del mexicano Javier Aguirre, que se estrenaba como técnico ante su afición. En el minuto 12, un empujón de Fernando Navarro sobre Verdú, que controló un centro de Colotto, acabó en penalti. El mismo Verdú puso el 1-0 en el marcador.
El tanto frenó el empuje del Sevilla. El Espanyol se creció y encendió Cornellá. Pero la alegría le duró poco. El árbitro comenzó una bochornosa actuación y puso la réplica en el área blanquiazul: penalti de Stuani por agarrar a Kondogbia y empate de Rakitic. Volvían las tablas en el minuto 23.
En el minuto 38, el colegiado, César Muñiz Fernández, le mostró la segunda amarilla a Reyes por sacar, supuestamente, antes de tiempo una falta. El extremo y su banquillo estaban visiblemente indignados. Tal y como se aprecia en las imágenes, el asturiano ordenó sacar, Reyes golpeó la pelota y fue amonestado con una ridícula segunda amarilla. Sin tiempo para más, Míchel debía reorganizar a su equipo para jugar con diez toda la segunda mitad.
El Espanyol sabía que tenía una buena oportunidad para quedarse con los tres puntos. El bloque del Vasco salió muy enchufado y encerró al Sevilla, aunque le faltaba pegada. La estrategia solventó estas carencias: en el 60, Simao remató un córner desde la derecha.
Diego López estuvo muy cerca de atrapar el cabezazo del luso (1-2).
Al equipo andaluz no le quedaba otra que mirar hacia la portería de Cristian Álvarez. Míchel refrescó el ataque, que acusaba jugar con uno menos, y cambió a Babá por Negredo. El Sevilla dejaba más espacios y corría más riesgos, no tenía más opciones, y el cuadro catalán lo aprovechaba con peligrosas ocasiones.
Prácticamente todo lo que hizo el conjunto visitante en lo que quedaba de partido fue un tiro lejano de Rakitic. La pólvora era monopolio local. Verdú amenazó varias veces con precisión la meta rival y Longo, que entró por Stuani, examinaba constantemente a los defensas visitantes.
Pero faltaba la última sorpresa. Algo a los que los aficionados blanquiazules ya se están acostumbrando esta temporada. Negredo empataba el choque en el minuto 92 rematando con contundencia un centro de Coke desde la banda derecha (2-2). Un nuevo jarro de agua fría para el Espanyol, que sigue como colista, y oxígeno para Míchel.