Última actualización 5 abril, 2024 por Alberto Llopis
El fútbol puede ser cruel. Este deporte eleva al cielo a muchos, y condena al infierno a otros tantos. Ganarse el respeto y la admiración dentro de un rectángulo verde rodeado de competitividad no es tarea fácil. De hecho, casos como este que acabo de detallar son inusuales, de tal escasa frecuencia que, literalmente, “brillan por su ausencia”. Pero como siempre hay una excepción que confirma la regla, Andrea Pirlo es el hombre que ha sido capaz de hacerse con tal preciado galardón.
Calidad, talento, una técnica exquisita y, por supuesto, elegancia dentro y fuera del césped, han sido los ingredientes que han llevado a Pirlo a ser uno de los mejores mediocentros de la historia de este juego. Símbolo y emblema del fútbol italiano, ha logrado ser partícipe de los tres clubes con más prestigio de la Serie A. El Inter de Milán fue uno de sus primeros hogares, donde disputó un total de 40 partidos divididos en dos temporadas: 1998-1999 y 2000-2001.
Poco después, puso rumbo al cuadro vecino, al AC Milán, y fue ahí donde obtuvo su confirmación como “crack”. En el conjunto “rossonero” permaneció 10 años, desde 2001 hasta 2011, en los que ganó 2 ligas y 2 Champions League, además de un Campeonato del Mundo con la selección absoluta (año 2006), sumando un total de 401 partidos. No obstante, el romance entre el Milán y Pirlo llegó a su fin, y el jugador recaló en la Juventus de Turín. En la “Vecchia Signora”, entre las campañas 2011-2012 y 2014-2015, vistió la camiseta juventina en 164 ocasiones y conquistó 4 ligas más.
Sin embargo, más que los partidos disputados y los trofeos cosechados, la figura de Andrea Pirlo se ha embellecido por el hecho ganarse ese respeto y esa admiración dentro de un ambiente de rivalidad como el que impera en torno a las aficiones de Inter, Milán y Juve. Un respeto y una admiración que también ha traspasado las fronteras del Calcio. De esta circunstancia, muy pocos pueden presumir.