Última actualización 31 marzo, 2024 por Alberto Llopis
A muchos de nuestros lectores, el nombre de Franco Gemma no les sonará de nada. Sin embargo, este italiano fue en su día un muchacho de 14 años que tuvo el destino del fútbol europeo en sus manos. En la fase de clasificación para el Mundial de Suiza de 1954, España y Turquía se jugaban entre ellas un pase a la cita helvética. Los españoles tenían un gran equipo. Cuartos en Brasil 50, disponían de un conjunto con serias aspiraciones a hacer algo importante en Suiza, con el permiso eso sí, de la todopoderosa Hungría.
Turquía, novata en estas lides, nunca se había clasificado para una fase final. En el partido de ida disputado en Chamartín, la «Furia» machacó a los otomanos por un contundente 4-1. Sin embargo,en la vuelta cambió el panorama y los euro-asiáticos consiguieron vencer 1-0 gracias al fenomenal e intimidante ambiente que se vivió en Estambul.
En una época donde no había goles a favor, la suerte quiso que se disputara un partido de desempate en terreno neutral el 17 de marzo de 1954. Roma y el Estadio Olímpico fueron los encargados de acoger un duelo tenso y emocionante que acabó con 2-2 tras prórroga incluida. Uno de los jugadores que más destacaba en aquella selección era Ladislao Kubala, que estaba considerado como uno de los mejores del mundo. Sin embargo, poco antes de que la Roja decidiera partir al campo a jugar el partido, los integrantes de la Federación Española recibieron la siguiente nota: “Attention equipe espagnole situation jouer Kubala” (Atención equipo español situación jugador Kubala). Con la ostensible baja del barcelonista, y sin la existencia de las tandas de penaltis aún, el sorteo fue el encargado de seleccionar que equipo se clasificaba.
Una mano neutral y con buena fe se buscó, y que mejor que un chico de 14 años, de nombre Franco y de apellido Gemma para que repartiera suerte. Con una venda en los ojos, Gemma eligió un papelito que señalaba a Turquía como la selección clasificada. El sueño de un país caía roto por los caprichos de un niño, que curiosamente se llamaba igual que el entonces dictador español de la época, lo que provocó fuertes burlas de los sectores más de izquierdas de España.
Gemma se convirtió en un talismán para los turcos, que agradecidos por la suerte, decidieron llevarse al chaval a Suiza, donde sin embargo, no les trajo la misma suerte, al caer eliminados en primera ronda.