Fútbol de color de rosa

Fútbol de color de rosa
El fútbol femenino en México ya es toda una realidad. Foto: Marca.com

Por fin, en México el balón ya tiene su otra mitad. Y es de color rosa. El 28 de julio comenzó a rodar balón para señalar el arranque de un proyecto que en México tardó muchísimos años en concretarse: el futbol femenil profesional.

Y es que durante décadas los directivos aztecas, con la cortedad de miras que los caracteriza, no visualizaron el impacto que podría tener el balompié para y en este género, ignorando que hoy en día es jugado por más de 40 millones de mujeres alrededor del mundo.

Desde hace mucho tiempo, Estados Unidos, Alemania, España, Suecia y Japón cuentan con una liga profesional. Y ahora México se une a la lista en un experimento que, en su primer intento, indudablemente ha sido un rotundo éxito.

Pero esto del futbol femenil no es nuevo en nuestro país, pues una magnífica selección azteca participó en los Mundiales (no avalados oficialmente por la FIFA) de 1970 y 1971, disputados en Italia y México, respectivamente. Alicia “Pelé” Vargas y María Eugenia “Peque” Rubio fueron dos de las mejores exponentes de aquel representativo en que el Tricolor en tercer lugar y subcampeón mundial.

Sin embargo, el furor causado por el talento y entusiasmo de las féminas en la cancha, respaldado con grandes asistencia en el estadio “Azteca” en aquella Copa Mundial de 1971, pronto se vio apagado por las autoridades de la Federación Mexicana de Fútbol, quienes relegaron la responsabilidad de desarrollar el balompié de mujeres al sector aficionado, que no estaba tan conjuntado en ese momento.

Así fue que pasaron años, décadas, y con una combinación de desinterés y de machismo, las autoridades futbolísticas no le dieron mayor importancia a la participación femenil, por lo que grandes individualidades como Maribel Domínguez, Evelyn López, Iris Mora, Mónica González, Mónica Vergara, Patricia Pérez, Andrea Rodebaugh y Guadalupe Worbis formaron parte durante las últimas dos décadas de generaciones cuyo único escaparate era el que les ofrecían sus clubes o las eliminatorias y torneos internacionales, a los que a duras penas México se clasificaba al no existir una metodología y sistematización en el rubro.

En su mayoría, las jugadoras provenían de equipos de universidades estadounidenses (debido a que ese país es potencia mundial en futbol femenil) y algunas otras provenían de ligas amateurs de la República Mexicana. Al no existir una liga organizada, los talentos tenían que buscar oportunidades en el extranjero, y es así como Maribel Domínguez, antes, y hoy Charlyn Corral, jugadora del Levante UD femenino, se atrevieron a probar suerte en la Primera División Femenina de España (conocida por motivos de patrocinio como LaLiga Iberdrola).

Al oficializarse el proyecto local en este año, después de un breve torneo de Copa (disputada entre XXX y mayo, como “ensayo del ensayo”), fueron 16 los equipos de la Liga MX varonil los que decidieron conformar un plantel femenino, por lo que solamente dos no integraron el suyo, ambos de la misma ciudad: Puebla y Lobos BUAP, que es la franquicia recién ascendida al máximo circuito, la cual no tuvo tiempo para incluirse al primer torneo.

Los planteles fueron conformados por jugadoras de la categoría Sub-23 (es decir, nacidas a partir del 1 de enero de 1994), complementados por cuatro Sub-17, y podían ser reforzadas por dos futbolistas de categoría libre. Además, se aclaró que en esta primera fase no habrá jugadoras extranjeras, aunque eso sí, las mexico-estadounidenses podrán ser elegibles, siempre y cuando cumplan con los requisitos estipulados por FIFA.

Con planteles en los que como mínimo tenía que haber 21 jugadoras, el grupo 1 estuvo integrado por Tijuana, Pumas, Veracruz, Morelia, Cruz Azul, América, Pachuca y Toluca, en tanto que el pelotón 2 lo conformaron Monterrey, Tigres, Atlas, León, Querétaro, Santos Laguna, Necaxa y Guadalajara.

Fueron 403 las jugadoras registradas y, en cuanto arrancó La Liga MX Femenil el América demostró que era de los equipos mejor compenetrados, al ser dirigidas por Leonardo Cuéllar (ex mundialista mexicano en Argentina ’78), quien comandó las selecciones de mujeres en el país durante 18 años, de 1998 a 2016.

Fueron 380 los goles anotados en 224 partidos del torneo regular, y algunos clubes que habían programado los partidos de su filial femenina en sus sedes de entrenamiento, tuvieron que trasladarlos a los estadios oficiales de las representaciones varoniles ante el gran interés de los aficionados, y en pocas semanas varios encuentros ya se trasmitían por TV, incluso en cadenas internacionales.

Este retraso en la oficialización del certamen provocó que dos de las jugadoras más destacadas, Mónica Ocampo (Pachuca) y Tania Morales (Guadalajara), las dos zurdas, con una calidad que sobresale evidentemente del resto, encontraran este escaparate ya veteranas (30 años) y curiosamente alinearan en en los equipos que fueron los finalistas. Es decir: ¿Qué hubiera pasado si no se “aterriza” este proyecto de balompié femenil en México? Talentos como estos se habrían perdido, serían rostros que no habríamos conocido, por lo menos no a estos niveles.

Ambas cracks consiguieron las anotaciones más bellas del campeonato: Tania (apodada “la Guardado”, por su parecido físico y técnico con Andrés Guardado, el medio volante mexicano que defiende la playera del Betis en España) con un “gol olímpico” en el duelo de ida de la semifinal contra el América.

Y Mónica, en la ida de la final, precisamente a las Chivas, con un disparo esquinado, casi sin ángulo de tiro, un poema de disparo que recordó al golazo conseguido por el chileno Jorge “Mortero” Aravena en las eliminatorias sudamericanas previas al Mundial México ’86, contra Uruguay, en Santiago. Aparte, fue campeona de goleo, con seis tantos, en la Copa. Ella como seleccionada ha participado en el Mundial Sub-20 de Rusia 2006, Copa de Oro 2006, Mundial de Alemania 2011 y Juegos Panamericanos Toronto 2015.

En la Liga recién concluida, la líder cañonera fue Lucero Cuevas, del América, que en 14 partidos con las Águilas sumó un total de 15 anotaciones, lo que le valió un promedio de un gol cada 70 minutos. Y otra jugadora destacada es Blanca Félix, del Guadalajara, que indudablemente le debe a su portera y sus grandes atajadas el haber llegado hasta la instancia final y levantar el trofeo. Indudablemente, material de Selección Nacional, y ¿por qué no?, de exportación.
Pero la competencia no sólo ha permitido conocer y reconocer talentos en la cancha, sino también en el banquillo, en una actividad normalmente dominada por el hombre. Por ejemplo, Eva Espejo –bella, inteligente y preparada–, al frente del Pachuca fue campeona de Copa en el torneo de “ensayo” que se disputó en mayo y casi obtuvo el doblete, ya que perdió la Liga ante Guadalajara el pasado 24 de noviembre.

Es la primera entrenadora en ser monarca en esta competencia de mujeres que ya es oficial en suelo azteca y acaba de ser galardonada por la CONCACAF como la mejor estratega de futbol femenil de la zona, luego de coronarse en el primer torneo de Copa de la categoría y ser finalista en la Liga. Otras féminas que demuestran conocimientos en la dirección técnica son la propia Andrea Rodebaugh (Tijuana), Verónica Hernández (Morelia), Ileana Dávila (Pumas), y Melissa Núñez (Veracruz).

Así, el Guadalajara cerró un año de ensueño al ganar también el torneo femenil de Liga –los varones lo habían hecho en mayo, en el Clausura 2017–, superando por global de 3-2 al Pachuca, que a su vez en la Copa doblegó a las Xolas de Tijuana, por 9-1. Así, México dio el paso que tenía pendiente desde hace muchísimo tiempo, y que representaba algo así como una deuda de honor hacia el mal llamado sexo débil.

Javier A. Gordillo Pérez

Voraz lector, redactor apasionado, y hambriento seguidor del buen juego de balompié en cualquier latitud y época. Romántico del corazón y del balón, orgullosamente mexicano y colgado por el fútbol.
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