Última actualización 12 enero, 2023 por Alberto Llopis
El gran Alfredo Di Stefano fue uno de los mejores jugadores de la historia. Carismático, con una clase única y un olfato descomunal para meter goles, sin él, el fútbol no sería igual. Con don Alfredo, el mundo del fútbol dio un paso adelante en la historia.
Nacido un 4 de julio de 1926 en la gran Buenos Aires, «la Saeta Rubia, apodo con el cual también es conocido, inició sus primeros pasos con el balón en River Plate, donde debutó el 15 de julio de 1945 en un partido contra Huracán, cuando tan solo contaba con 19 años. Ese mismo año, y pese a jugar ese único encuentro, le sirvió para anotarse su primer título: la Liga argentina.
Los inicios de Don Alfredo
Precisamente, a Huracán iría cedido Di Stefano un año después. Ese año, sería el de despunte para la Saeta. Con más minutos en el campo, lograría anotar 10 goles en 25 encuentros, empezando a dejar destellos de su enorme calidad y potencial. Ese buen rendimiento le iba a permitir volver a River en 1947, donde iba a consagrarse como una figura nacional. 27 tantos en 29 partidos le permitieron a Don Alfredo lograr la liga y hacerse con el trofeo de máximo goleador. Pero sobretodo cumplir un sueño: vestir la camiseta de la selección albiceleste, con la que conseguiría la Copa América de 1947 celebrada en Ecuador.
Una copa que conseguiría con un papel estelar, pues lograría marcar 6 goles en 6 encuentros acabando segundo máximo goleador del torneo solo superado por el uruguayo Falero. Esos seis partidos pasarían a la historia por ser los únicos que don Alfredo conseguiría jugar con Argentina, después de las renuncias de la albiceleste a los Mundiales del 50 y 54. Precisamente, uno de los grandes lunares de Di Stefano a lo largo de su carrera fue el hecho de no haber conseguido nunca disputar un Mundial.
Dos años más pasaría Di Stefano en River Plate, hasta que una terrible juega de futbolistas en 1949 acabó con el futbolista recalando en el Millonarios de Bogotá. La crisis del fútbol argentino provocó un enorme éxodo de futbolistas argentinos fuera de sus fronteras y Colombia fue uno de los destinos elegidos por la mayoría.
En Colombia, Di Stefano iba a refrendar todo lo que había venido ofreciendo en Argentina. Regate, velocidad, llegada, pase, y gol, mucho gol. Además, iba a contar con la suerte de contar con un excelente ramillete de compañeros como Pedernera, Rossi, Báeza y Cozzi. Esto le iba a valer para conseguir tres títulos de liga y dos de máximo goleador en sus tres años de estancia en el país cafetero. Pero sobre todo, impresionar al mundo con sus exhibiciones.
El Ballet Azul y la polémica entre Madrid y Barcelona
Tan enormes fueron esas exhibiciones, que muchos clubes europeos se rifaban la presencia de este «Ballet Azul» (apodo con el cual era conocido el equipo por su brillante juego). En una de esas brillantes demostraciones de calidad, Alfredo Di Stefano rompería la historia del fútbol para siempre.
La celebración de las Bodas de Oro del Real Madrid el 30 de marzo de 1952 ,representaba una ocasión ideal para demostrar todo el poderío de Millonarios y de la Saeta. Y don Alfredo, no iba a fallar. En una exhibición de juego, fútbol y goles, los colombianos derrotaban al Real Madrid por 2-4 ante un Santiago Bernabeu que se rendía a la magia de un futbolista distinto.
Tan impresionante resultó su demostración, que un año después, durante la disputa de la extinta Pequeña Copa Mundial de Clubes, Santiago Bernabeu en persona viajó a Colombia para hacerse con sus servicios. Una negociación que no obstante, no resultó sencilla, pues el Barcelona ya había llegado a un acuerdo con River Plate, club que tenía sus derechos pero en el que no jugaba por la citada huelga.
De hecho, la Saeta llegó a vestir la camiseta azulgrana y jugar un partido amistoso con el club catalán frente al Vasco de Gama. Finalmente, y tras la intervención de la Federación de fútbol española, en septiembre de 1953, Di Stefano fue confirmado como jugador del Real Madrid
La llegada de Di Stefano al Real Madrid tras su polémica con el Barça
La llegada de la Saeta Rubia cambió el rumbo del fútbol español y también mundial. El Barcelona, claro dominador hasta la época, vio como el Real Madrid se hacía amo y señor de la Liga después de 20 años de sequía. De la Liga y también de Europa, pues en los 10 años en el conjunto merengue, don Alfredo ganó ocho ligas, 5 Copas de Europa, una Copa Intercontinental en 1960 y una Copa del Generalísimo.
Todo ello para lograr una marca de 418 goles en más de 500 partidos con la elástica blanca. En el Real Madrid, se vería todo el inmenso juego de Di Stefano. Verticalidad, desmarque, capacidad goleadora, imaginación y mucha técnica, tanta que con don Alfredo era posible desde ver una rabona hasta un regate inverosímil.
Todo ello, con un carácter realmente genuino que lo hacían ser portada de más de alguna noticia extradeportiva. Antológicas eran sus frases como » partido de fútbol sin goles es como un domingo sin sol» o «no te pido que pares los tiros que vayan dentro, pero por lo menos no te metas los que vayan fuera» o «marcar goles es como hacer el amor, todo el mundo sabe cómo se hace, pero ninguno lo hace mejor que yo».
Nacionalización y partidos con España
Diez años que no solo dieron para mucho en el Real Madrid. En 1956, Alfredo se nacionalizaría español lo que le permitió la posibilidad de jugar con España. Con la selección, a pesar de convertirse en el máximo goleador de la historia hasta la llegada de Butragueño( 23 goles en 31 partidos), Di Stefano no lograría convertir el sueño de disputar un mundial en realidad. La eliminación en la fase previa en 1958, y una inoportuna lesión antes del Mundial del 62, le privarían de tal hecho.
Su secuestro en Caracas, uno de los peores momentos de su vida
Reseñable fue también su secuestro en 1963, por un grupo revolucionario venezolano durante la disputa del Mundial de Clubes en Caracas. 72 horas de infierno y dudas acerca su estado que finalmente se saldaron con la liberación del jugador. Famosas fueron las imágenes del hispano-argentino jugando al ajedrez a la espera del rescate.
Tras jugar los dos últimos años en el Espanyol, en 1966, don Alfredo ponía punto y final a su vida deportiva como jugador. Con él, se iba uno de los más grandes futbolistas de siempre y daba paso a un magnífico entrenador. Muchos años después, fue nombrado presidente de honor del club blanco. Una leyenda como don Alfredo no merecía menos.