La hazaña del Hereford de 1972, cuando el fútbol aún tenía romanticismo

La hazaña del Hereford  de 1972, cuando el fútbol aún tenía romanticismo
La hazaña del Hererford de 1972 es una de esas historias que dan para una película.

Hoy en día, el fútbol sigue regalando momentos y hazañas épicas, en donde no siempre los más ricos, poderosos o guapos siempre ganan. Desgraciadamente, por culpa del marketing, la codicia y los temas económicos, estas cosas ocurren cada vez menos. Antiguamente, el fútbol tenia momentos más románticos, siendo verdad esa frase que mide la melancolía humana de : «Cualquier tiempo pasado fue mejor». Y es que la historia que hoy queremos contar y que no podía faltar en Colgados por el fútbol es el mejor ejemplo posible de esto.

Pongamos en situación al lector,  nos vamos a 1972,  a Inglaterra, a un partido de la mítica y aun romántica FA Cup inglesa. El sorteo deparaba un Newcastle United contra el Hereford. Vamos para que se hagan una idea, era como emparejar a un Real Madrid contra un equipo de pueblo de regional preferente. Y es que el Hereford, era un equipo de amateurs que jugaban al fútbol por la esencia de el mismo, pero que no se ganaban la vida  con el  balón y  que simplemente jugaban por el placer de hacerlo. Enfrente un Newcastle, lleno de profesionales y de internacionales. La eliminatoria, se jugaba a partido único en St James Park, el feudo del Newcastle, por lo que el resultado se preveía claro y nadie tenía ninguna esperanza en el modesto Hereford.

El Newcastle, pensando que ganaba el partido con la gorra, alineó un equipo lleno de suplentes pensando que estaba todo hecho, y no sabían cuanto se equivocaban. El partido de ida acabó empate a dos goles, por lo que se debía de disputar otro partido de desempate en el campo del Hereford. El campo del Hereford, era el típico estadio inglés de la época. Pequeño, con solo  capacidad para 4000 espectadores, hecho que hizo que muchos subieran hasta arboles que estaba detrás del campo para ver el partido como se dice por estos lares : «Por la patilla».

El césped presentaba  cuatro palmos de barro y los aficionados locales, estaban ávidos de ver a los ídolos que solo habiendo forzado ese partido de desempate, ya habían conseguido una hazaña. Para animar más si cabe el » cotarro», Malcolm McDonald, estrella de los «Urracas», llegó a decir que en el partido de desempate iba a marcar diez goles al Hereford, para así batir el récord de máximo goleador en un solo encuentro. El hombre con apellido de hamburgueseria no sabía cuanto iba a lamentar sus palabras. El Newcastle afrontaba el partido de vuelta con todos sus titulares.

Malcom Mcdonald iba a marcar 10 goles él solo.
Malcom Mcdonald iba a marcar 10 goles él solo.

El partido, épico y peleado sobre el embarrado césped del diminuto estadio del Hereford, iba a deparar una sorpresa mayúscula. El partido, se encaminó con empate a cero hasta que en el minuto 80, McDonald, ese hombre que era una estrella de la época y que iba a marcar diez goles, conseguía marcar el único gol para su equipo. Quedaban diez minutos y parecía que se iba a acabar el partido, que ya no había nada que hacer.  En ese momento, saltaba Ricky George  sobre el barrizal que era el césped del estadio del Hereford, algo que luego iba a ser de vital importancia. Con las estrellas del Newcastle ya casi celebrando la victoria sobre un campo que parecía un pasto para vacas, los locales, todo pundonor y garra, iban a conseguir empatar el partido con un golazo desde fuera del área marcado por Redford, empatando así el encuentro y forzando la prorroga. En ese momento, McDonald, el fenómeno que iba a marcar 10 goles a los pobrecitos jugadores amateurs del Hereford, ya estaba de barro hasta las patillas que lucía y descubriendo que se habla sobre el césped y no a la prensa.

Momento del épico gol del Hereford.
Momento del épico gol del Hereford.

Durante la prorroga, los jugadores del Hereford como si de una película se tratase, se comieron al equipo de las estrellas  y del precursor de los galácticos, el hombre del apellido de hamburguesa. En el min 108, Ricky George, el   semi-alopecico jugador rubio que había salido al campo justo después del gol de McDonald, iba a marcar el gol que le daba la victoria al Hereford, llevando la locura a todo el pueblo, que presente en el estadio, iban a saltar sobre el césped para celebrarlo con los jugadores. Al final del partido, McDonald ya no sabia donde esconder las patillas llenas de barro y tuvo que agachar la cabeza para descubrir que el corazón y el coraje pueden más que la chulería, los millones y los aires de grandeza.

La historia del Hereford es una de esas historias que hacen amar el fútbol.
La historia del Hereford es una de esas historias que hacen amar el fútbol.

PD: Sí te ha gustado la historia, te dejamos el vídeo con el reportaje sobre el partido. No te lo pierdas, vale la pena.

Alberto Llopis

Colgado por el fútbol totalmente. Intento juntar letras y contar historias en Colgadosporelfutbol.com. Especialista en fútbol retro y actual. Entrenador de fútbol Nivel II. Me puedes seguir en @AlbertiniLlopis @colgadosfutbol

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