Última actualización 13 diciembre, 2022 por Alberto Llopis
Fue bueno, muy bueno, tanto que para la FIFA pertenece a ese selecto grupo de los 100 mejores futbolistas de la historia. Gran mérito, máximo cuando se trataba de un defensa, y para más inri, lateral, de esos apenas merecían espacios en los medios hasta su llegada. Y es que Djalma Santos revolucionó el fútbol a través de convertirse en el primer lateral en su puesto que no sólo defendía, sino que también atacaba.
Luego llegaron Cafú, Roberto Carlos, Dani Alves, Marcelo, todos ellos muy buenos también, por supuesto. Pero él, fue el pionero. El primero en no sólo marcar y parar las embestidas de los contrarios. Era un peón que sorprendía al rival. No estaba hasta que aparecía con una potente diagonal o una rápida carrera hasta línea de fondo para poner un centro perfecto, quizás a la cabeza de Pelé.
Así era Djalma Santos, tristemente fallecido ya a la edad de 84 edad, pero perdurable en toda memoria de un buen amante del balompié. Vivió la mejor época de Brasil, esa que le permitió ser campeón del mundo en 1958 en Suecia y repetir cuatro años después en Chile 62, siempre de titular en uno los 112 partidos internacionales que vistió la canarinha.
112 partidos, el primer brasileño en alcanzar la centena, que le sirvieron para disputar cuatro Mundiales, entre ellos el del 54, en aquel mítico encuentro contra la gran Hungría que más que fútbol fue una guerra de ahí su nombre de la Batalla de Berna.
Eterno, vivió muchos cambios consecuencia de sus casi 20 años como futbolista. Muchos de los cuales en Brasil, de donde nunca salió. Empezó en la Portuguesa, donde permaneció once años para cambiar por el Palmeiras donde también estuvo nueve años. Fueron sus dos grandes clubes, junto al Atlético Paranerense, club en el que cerró su carrera en 1970.
Un bonito colofón para un hombre que cambió el rumbo de los laterales, que siempre tuvieron en él la referencia de también saber jugar al fútbol. Quizás, por ello, su recuerdo nos perdurará siempre. En cada rincón donde allá una pelota.